Sin maíz no hay País
“Mis abuelos y mis padres nos heredaron tanto las semillas como el gusto por apreciar el sabor de una tortilla –un día con maíz negro; otro con amarillo; luego con rojo y después con blanco–, un tamal, un atole, unos esquites… Pero también las habas, las calabazas, los chilacayotes, los frijoles y los quelites. Todas estas semillas siempre han estado presentes en nuestra vida, llevan con nosotros mínimo 100 años”, nos contagia con su orgullo Baltazar Yepes de la comunidad del Garbanzo, municipio de Irapuato, Gto., Esas nueve semillas han acompañado el transitar de tres generaciones de la familia Yepes: “Mis padres y mis abuelos fueron campesinos, siempre sembraron y nos heredaron ese gusto por saborear algo distinto, por cuidar nuestras semillas para que no se perdieran”, explica mi amigo Baltazar. Nos las muestra y añade: “Hay gente que tiene el paladar muy bueno y detecta la diferencia de la tortilla negra con la roja y la blanca.
Queremos salvaguardar al maíz nativo, recurso estratégico para la seguridad y la soberanía alimentaria de México, libre de transgénicos y sin sujeciones de la oligarquía neoliberal que gobierna nuestras vidas, pero cómo lograrlo, si no hemos volteado a ver las verdaderas prácticas, relaciones y significaciones que sostienen frágilmente la resistencia de la Gran Cultura de Maíz; nos referimos a las que re-producen las mujeres rurales e indígenas en el campo, en las ciudades y más allá de las fronteras.
Con base en la el estudio y análisis que nos dimos a la tarea investigar ante la crisis alimentaria”, realizado en el marco de la Alerta Agropecuaria se consideran los espacios donde transcurre la vida de las campesinas, sus prácticas cotidianas en relación a la producción, la elaboración y el consumo de alimentos, el tipo de programas oficiales que llegan a ellas y sus posibles aportes ante una emergencia alimentaria de dimensión municipal, estatal y del País. Hasta hoy, la discusión sobre la crisis alimentaria ha excluido a las mujeres rurales, el ensayo las visibiliza y formula ideas e hipótesis, pero es un primer acercamiento que sin duda debe profundizarse y que debemos resaltar en estos temas del título que nos ocupa el día de hoy.
En nuestra investigación que presentamos a los lectores de esta sección periodística hemos encontrado datos interesantes y se los vamos a compartir, cómo el gobierno de EEUU ha engañado al mundo sobre los Organismos GM: Steven M. Druker
Cómo el gobierno de EEUU ha engañado al mundo sobre los Organismos GM
Engaños han permitido que los alimentos transgénicos entren y permanezcan en el mercado
Población urbana, la más expuesta a este riesgo, que no consideran Trump ni el gobierno mexicano.
Urge suspender las importaciones de cultivos transgénicos, en particular de nuestro alimento básico, el maíz
En conferencia de prensa el abogado Steven M. Druker premio Luxemburgo de la Paz, alertó que durante más de 25 años, el gobierno de los Estados Unidos ha engañado al mundo sobre los riesgos de los alimentos genéticamente modificados (GM); no sólo ha encubierto una gran cantidad de evidencia sustancial, también ha emitido declaraciones falsas y tergiversado muchos hechos clave. Esos engaños han sido esenciales para permitir que los alimentos transgénicos entren y permanezcan en el mercado. Si el gobierno hubiera dicho la verdad, la empresa de alimentos GM seguramente habría colapsado.
El doctor Antonio Turrent nos revela que “En la dieta en México el maíz provee 53% de calorías y 29 % de proteínas. Hay evidencia de que una fracción (no declarada por la industria nacional) de las 12 millones de toneladas importadas de maíz transgénico es añadida al maíz mexicano-no transgénico para producir harina de maíz que se consume como tortilla. La población urbana es la más expuesta a este riesgo, que no consideran Trump ni el gobierno mexicano.”
“En México se ha logrado detener la siembra de transgénicos para el consumo humano: tanto el cultivo de maíz genéticamente modificado, como el cultivo de soya transgénica se han suspendido en México por acciones jurídicas impulsadas por la sociedad mexicana -sobre todo de las y los campesinos- que se han negado a que en el territorio se siembren estos cultivos; el algodón que, básicamente, se usa como fibra es el único cultivo transgénico a nivel comercial en nuestro país. Tenemos los elementos para pedir y levantar la voz para que se suspendan las importaciones de cultivos transgénicos, en particular de nuestro alimento básico, el maíz, que se autoriza con los engaños del gobierno de EEUU.
Cada vez me aburro más en los debates sobre transgénicos, alimentación, agricultura ecológica, ya que.. “Los transgénicos son una bomba atómica con vida propia”etc… que le vamos hacer, es como una película que ya sabes cómo empieza, como se desarrolla y como va a acabar. Normalmente desde el sector agroecológico ante la aplastante evidencia lo que hacen es inventarse los argumentos. Si tienes tiempo en tu turno de réplica los desmontas y si no te conceden la palabra, pues la gente se lleva alguna que otra idea estrambótica a casa. En el último en el que estuve hubo una chica (presunta agricultora ecológica con pinta de hipster), que decía que ella solo podía comer comida ecológica porque su cuerpo rechazaba la convencional. Curiosamente en el vino de honor se puso morada de canapés…Pero insistimos que “Sin Maíz no hay País” hasta aquí llegamos pero como siempre estimado lector usted tiene la mejor opinión. Soy su amigo catarino_mg@hotmail.com