Con música y palabras que enaltecieron la obra y figura de José Luis Cuevas, se inauguró la muestra que conmemora un año de la muerte del artista plástico mexicano, en el museo que lleva su nombre, donde se aprecian obras tempranas del llamado “niño terrible del arte” que “se conservan y en las cuales se denota la influencia de Orozco y Picasso así como una colección de sus autorretratos que le gustaban mucho”.
Lo anterior lo destacó Magdalena Zavala, coordinadora de Artes Visuales del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), durante el acto al que acudieron autoridades culturales y seres queridos del homenajeado como sus hijas, Mariana y Ximena, además de su nieto Axel. En el patio del recinto, con La giganta como testigo del tributo a su creador, la funcionaria en representación de la secretaria de Cultura, Cristina García Cepeda, expresó que la muestra, a un año de la partida de Cuevas, (3 julio 2017) es un recorrido por su trayectoria plástica.
“Es una selección de sus autorretratos que el mismo mencionó surgen a los once año de edad cuando le diagnosticaron fiebre reumática: ‘ estuve un año en cama. Me observaba en el espejo todos los días y me miraba en el junto con mi soledad tomaba un lápiz y comenzaba a pintar...'”. Zavala agregó que la exhibición consta de alrededor 180 piezas, muchas de las cuales donó al pueblo mexicano que están en custodia en Bellas Artes y al finalizar su intervención lo hizo con palabras que Octavio Paz dedicó al artista de ojos azules, de “ferocidad elegante” y con una “crecida dosis de imaginación que lo hacen brillar como si fuera un faro”.
El evento también contó con las palabras de Jorge Ruiz Dueñas, presidente de la Fundación José Luis Cuevas y del secretario de Cultura de la Ciudad de México, Eduardo Vázquez, quien habló de "la rebeldía creativa, fecunda y generosa de este artista, cuya obra donó al pueblo mexicano, algo que se dice fácil pero que pocos creadores hacen. Rompió con la idea anquilosada de lo que era el arte mexicano con el movimiento vanguardista de La Ruptura". Finalmente, la Filarmónica 5 de Mayo, bajo la batuta de Fernando Lozano interpretó Réquiem de Mozart que resonó con la Sociedad Coral Cantus Hominum, con la dirección de Leonardo Villeda.