Sus amigos la alentaron a hacer arreglos de rosas para vender y así inició un negocio que jamás pensó tener.
El fracaso de una agencia de empleo que tuvo, el trabajo que le generó esa quiebra y los múltiples oficios que debió desempeñar para reunir el capital que le permitiera empezar una nueva agencia unos años después, son algunos de los eventos que Erika Mejía recuerda como detonantes para crear Lovely Roses.
Cuando apenas la nueva agencia de empleo comenzaba a dar frutos, los arreglos de rosas como obsequio no paraban de llegar a la oficina, y con ellos, Erika hacía regalos para otras personas. Sus amigos no paraban de decirle “hazlos para vender'' y sí, un día se decidió y creó el negocio que impulsó su carrera como empresaria.
Floristerías en Miami había miles para el momento de la apertura de Lovely Roses, así que marcar la diferencia fue el reto. Hacer arreglos florales que pudiesen perdurar años no era muy común para la época y Mejía aprovechó ese diferencial para explotar este mercado.
La belleza de las flores la acompañó de su ingenio y estilo para crear piezas verdaderamente memorables y únicas. El verdadero plus llegó cuando en uno de los arreglos que recibió en su agencia de empleos le mandaron una rosa preservada. Investigó mucho más sobre ello y en poco tiempo sus extraordinarios arreglos se estaban haciendo con rosas que podían durar hasta 5 años.
Infinita gratitud
Erika es consciente que la perseverancia ha sido determinante pero sin duda reconoce que los cultivadores de rosas preservadas de Colombia y Ecuador han sido la clave del éxito de su negocio. El esmero y trabajo por crear las rosas más hermosas, innovar con los colores y ofrecer cada vez un producto de mayor duración y calidad es algo por lo cual Erika Mejía siempre estará agradecida.
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Precisamente la calidad de dicho producto le ha permitido a la marca Lovely Roses llegar a los escenarios más importantes de Estados Unidos y el mundo.