Existe una leyenda sobre el “Reto de ir al Panteón” por las noches, un reto que realizaron cuatro jóvenes en los años 70 en el cementerio municipal de Irapuato, en donde tuvieron experiencias no muy agradables.
Según cuenta la leyenda, este grupo de muchachos, Juan, Pedro, Carlos y Luis, se trasladaban en aquél entonces al panteón municipal, en donde todos acudían muy emocionados, pues era una noche perfecta para experimentar ese miedo de estar en un cementerio de noche, sin saber con qué pudieran enfrentarse.
Al llegar al lugar, los amigos se mimaron unos a otros para saber quién sería el primer valiente en entrar solo hasta el último pasillo del viejo panteón municipal y dejar en la última tumba una prenda o cosa que identificara que realmente era de algunos de ellos, y posteriormente sería verificado por todos al día siguiente de quien sí cumplió con el reto.
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Por un momento todos quedaron en silencio, tal vez porque estaban esperando que alguno de ellos tomara la iniciativa de entrar primero e iniciar este reto.
Juan, al ver el miedo y el desánimo de sus amigos, controló sus nervios y comentó que él sería el primero en entrar, lo que ocasionó un gran alivió entre los demás.
El reto inició cuando Juan brincó la barda que está ubicada a un costado de las vías del tren, y sólo se le escuchó decir 'qué oscuro y escalofriante es estar aquí...', en ese momento todos empezaron sentir un ambiente de sensaciones extrañas, por lo cual los invadió el miedo, pero tenían que esperar a su amigo a que regresara lo más pronto posible para que entra el siguiente.
Una vez que pasaron todos a dejar su objeto persona hasta la última tumba, sintieron un escalofrío que los inquietó demasiado, además comentaron entre ellos haber escuchado ruidos extraños así como sintieron que eran observados desde la oscuridad de los pasillos de las gavetas durante su recorrido que realizaron por éstas, por lo cual optaron por retirase de inmediato de ahí.
Lo más extraño de este reto es que el día siguiente regresaron los jóvenes por sus pertenencias, pero éstas no se encontraron en el lugar de la tumba que habían seleccionado en días anteriores, si no que estas estaban colocadas en otras y tumbas, y lo raro fue que cada pertenencia de Juan, Pedro, Carlos y Luis, estaban colocadas sobre las lápidas de los difuntos que se llamaban como ellos.
Al ver estos, los cuatro jóvenes se espantaron y optaron por salir rápido del panteón ante el temor de que algo les pudiera suceder en este lugar por haber realizado este reto.
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Se dice que esta leyenda fue contada por uno de los trabajadores de este panteón municipal de aquél tiempo que, según, sucedió a finales de los años 70.