/ domingo 22 de septiembre de 2024

De Perfil | José Manuel Aguilera de La Barranca vive una fascinación absoluta por la música

Con la mira en celebrar 30 años de La Barranca, José Manuel Aguilera recuerda algunos de sus momentos más destacados en la pasión que rige su existencia

“La música para mí siempre significó algo quizá más importante que la propia vida, que la propia realidad”, ese es el pensamiento de José Manuel Aguilera sobre el arte al que se ha dedicado en cuerpo y alma.

“Siempre el contacto con la música, las emociones, lo que despierta en mí, el interés que me genera, pareciera que era más fuerte que todo lo demás. Supongo que cada quien tiene una manera en la que se encuentra con ella, la mía siempre fue de un interés supremo, de una fascinación absoluta”, añadió en entrevista con El Sol de México.

Líder fundador de La Barranca y con un largo recorrido en la escena musical del rock mexicano, con 65 años cumplidos, el cantautor y guitarrista confirma su deseo por seguir aventurándose acompañado de la agrupación.

“Antimateria” es el nombre del último álbum con el que La Barranca continuó su discografía. Con él, la banda celebra 30 años de su debut, cuando lanzaron el disco “El fuego de la noche”.

“Ha cambiado mucho el panorama de la música, pero nosotros también. Nos gusta no repetir cosas que ya hicimos, intentar cada vez, en la medida de lo posible, movernos a otros territorios o intentar otras cosas desde puntos de vista diferentes”, comentó.

De igual forma, en “Antimateria”, José Manuel Aguilera ve su ambición por seguir componiendo música como algo que no cesa. “Realmente nadie, ni Beethoven, ni Jimi Hendrix, pueden abarcar o pueden estar en un punto que abarque la inmensidad de la música”, dijo.

Viaje a los epicentros del rock

De pequeño, antes de que Ciudad Satélite fuera la cuna de algunas de las bandas más importantes del rock nacional, Aguilera llegó para habitar esa área en su infancia y adolescencia. Aunque aquella ciudad de la periferia estaba alejada de lo que es actualmente, fue un lugar especial para él y para otros músicos que recuerda.

“Llegué muy niño, ahí me encontré con que no había nada. Era una comunidad un poco apartada de la Ciudad de México, era casi como vivir en lo que sería un verdadero suburbio. Después fui encontrando músicos amateurs igual que yo, que teníamos interés por la música, por los instrumentos, por las guitarras, por el rock… ahí empecé a relacionarme con la comunidad”.

Su gusto por la literatura se conjuntó con ese interés, dando como resultado el que sería un compositor reconocido por su dominio de la letra. "De alguna manera mi interés por la literatura y por los libros, en algún punto naturalmente tiene que cruzarse con el interés por la música, porque en las canciones hay también esta parte de las palabras", dijo Aguilera, quien en su carrera también ha escrito el libro "Estambul. Cuadernos nocturnos".

Más tarde, en su juventud, convertido en un guitarrista, gracias a una de sus tías, José Manuel Aguilera tuvo la oportunidad de viajar a Birmingham, Inglaterra, ciudad a la que llegó con la intención de hacer una maestría después de estudiar Ingeniería en Sistemas. A pesar de ese plan principal, el viaje sirvió para percibir el país europeo con su oído musical.

“Había escogido ir allá porque me interesaba estar en ese país que es tan significativo en la historia del rock. Me interesaba estar ahí, ver de cerca estas ciudades, estos lugares, estos músicos que yo conocía solamente a través de sus trabajos”.

La era underground

El contacto con la escena inglesa fue revelador, comentó el músico. “Fue desmitificar darme cuenta viéndolos tocar, que son seres humanos igual que yo y lo que ellos hacen quizá también se pueda hacer en mi país”. Con ese aprendizaje, José Manuel Aguilera volvió a México para incorporarse a la banda Sangre Asteka, con la que dejó por primera vez su trabajo plasmado en un disco, en 1990.

Con Sangre Asteka sólo grabó un álbum, el único en la corta trayectoria de la banda, en la que estuvo acompañado de acordeonista Humberto Álvarez y Federico Fong, sin embargo, ese fue el primer paso en una versión suya de la cual hasta la fecha conserva elementos. “Uno cambia, pero lo que sí queda es el gusto por hacer cosas, la emoción de hacer un disco y entrar al estudio es la misma”, apuntó el guitarrista.

Después del disco de Sangre Asteka, una relación crucial en su carrera inició al lado de Alfonso André, Saúl Hernández y el mismo Federico Fong, con los que en 1992 formó una banda underground, liderada por Dr. Fanatik, llamada La Suciedad de las Sirvientas Puercas.

“El proyecto fue muy distinguido. En la Ciudad de México había una escena musical muy concentrada en el sur, había muy pocos lugares donde se podía tocar. Naturalmente todos los músicos estábamos ahí todos los fines de semana. Era una escena en ese sentido muy fértil, porque había mucho intercambio y había mucho cruce de ideas”, recordó.

“Había egos y muy fuertes, y los hubo y los hay, y siempre han estado ahí. Lo que sucedió ahí no fue un acto de voluntad fraternal, sino que las condiciones de la propia escena propiciaban esta cercanía”, aseguró.

La Barranca emerge

Su relación con los miembros de Caifanes, André y Fong, se estrechó en los inicios de La Barranca, su banda más representativa hasta el día de hoy. “Pienso que nos gustó lo que producíamos, nos gustó la sensación de tocar y ver cómo sonaba lo que estábamos haciendo”, mencionó.

Fue hacia 1995, dos años antes de grabar el álbum “Odio fonky, tomas de buró” junto a Jaime López, cuando las primeras canciones de “El fuego de la noche” surgieron, aún sin tener a la banda completamente formada.

“Tenía ya un par de años haciéndolas y dándoles vueltas, porque el primer disco de nosotros se grabó básicamente en la semana santa del 95’”, recordó el cantante.

“Cuando hicimos el disco de La Barranca de hecho no existía el grupo, ni habíamos tocado en vivo, ni siquiera teníamos nombre. Es un grupo que nace de esas canciones. De hecho el nombre lo tomamos de una canción”, mencionó refiriéndose al track homónimo en el álbum.

Entre La Barranca y Jaguares

En ese proceso, Aguilera formó parte del inicio de la historia de Jaguares, poco antes del lanzamiento de "El fuego de la noche". Con Saúl Hernández y compañía, que entonces cambiaron el nombre de Caifanes por Jaguares, Aguilera grabó el disco “El equilibrio de los Jaguares” y tocó en vivo en algunas presentaciones en México y Estados Unidos.

“Fue una decisión un poco suicida vista en retrospectiva, porque estaba difícil hacer convivir las dos cosas. En La Barranca como grupo independiente teníamos que estar atentos a todo, quizá en Jaguares no, había una organización en torno al grupo que se encargaba de un montón de cosas”, apuntó.

"En La Barranca nosotros sabíamos que teníamos que poner atención en todas las cosas y era un poco incompatible en ese sentido también. Quizá no supimos darle una estructura que permitiera que las dos cosas coexistieran".

La Barranca, un ente independiente

En 2001, La Barranca tomó un tiempo fuera, durante el cual, Aguilera estrenó como solista el disco "Yendo al cine solo". Alfonso André salió de la alineación, al igual que Federico Fong, en esos movimientos, José María Arreola, Alonso Arreola y el guitarrista Alejandro Otaola se incorporaron de lleno en el regreso de la banda, pues antes habían alternado con sus integrantes originales.

Como líder fundador de La Barranca, Aguilera encuentra un proceso difícil el hecho de cambiar de alienación, algo que han hecho en más de una ocasión. “Es muy difícil, pero al mismo tiempo vas aprendiendo y adquiriendo una convicción de que el proyecto puede seguir y eso ha venido a significar una fortaleza para el grupo”, explicó.

“Más allá de los que estemos específicamente como integrantes en un momento dado, hay una personalidad, una fuerza de la cosa en sí. Cuando volteas a ver en perspectiva dices, bueno, estos cambios que a lo mejor en su momento fueron dolorosos y también a veces necesarios, a fin de cuentas también permitieron que se renueve la sangre de la banda”.

Con los hermanos Arreola y Alejandro Otaola, La Barranca estrenó “Denzura” en 2003 y “El fluir” en 2005, dos placas musicales claves en la discografía del grupo, así como en el gusto de sus seguidores. Eso significó para Aguilera la confirmación de su idea.

“Sabía que no iba a sonar igual que en los primeros discos, porque eran otros músicos de otras edades, de otra experiencia, de otra técnica. Pero sí sabía que podíamos hacer música que se inscribiera en esta trayectoria que ya venía marcando”, dijo.

“Antimateria”: Presentación en vivo

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Antimateria, el décimo tercer disco en la historia de “La Barranca”, tendrá su presentación en el Teatro de la Ciudad Esperanza Iris el viernes 27 de septiembre. Acompañado de la alineación compuesta por Ernick Romero (bajo), Yann Zaragoza (piano) y Abraham Mendoza (batería), dará un show que aprovechará la conexión entre el recinto y el material.

“Hay un tipo de concordancia con la música que estamos proponiendo en Antimateria, que intencionalmente quisimos que fuera un disco elegante. Esta idea de poner las cuerdas y el tipo de canciones, aspira a una elegancia formal”, describió.

“El teatro hace juego con esta intención lujosa. Además simbólicamente está a unas cuadras de donde tocamos por primera vez, un bar que estaba en la calle Filomeno Mata, a unas tres cuadras. Es como regresar al mismo punto, pero desde otro nivel, otra perspectiva”, finalizó José Manuel Aguilera.

“La música para mí siempre significó algo quizá más importante que la propia vida, que la propia realidad”, ese es el pensamiento de José Manuel Aguilera sobre el arte al que se ha dedicado en cuerpo y alma.

“Siempre el contacto con la música, las emociones, lo que despierta en mí, el interés que me genera, pareciera que era más fuerte que todo lo demás. Supongo que cada quien tiene una manera en la que se encuentra con ella, la mía siempre fue de un interés supremo, de una fascinación absoluta”, añadió en entrevista con El Sol de México.

Líder fundador de La Barranca y con un largo recorrido en la escena musical del rock mexicano, con 65 años cumplidos, el cantautor y guitarrista confirma su deseo por seguir aventurándose acompañado de la agrupación.

“Antimateria” es el nombre del último álbum con el que La Barranca continuó su discografía. Con él, la banda celebra 30 años de su debut, cuando lanzaron el disco “El fuego de la noche”.

“Ha cambiado mucho el panorama de la música, pero nosotros también. Nos gusta no repetir cosas que ya hicimos, intentar cada vez, en la medida de lo posible, movernos a otros territorios o intentar otras cosas desde puntos de vista diferentes”, comentó.

De igual forma, en “Antimateria”, José Manuel Aguilera ve su ambición por seguir componiendo música como algo que no cesa. “Realmente nadie, ni Beethoven, ni Jimi Hendrix, pueden abarcar o pueden estar en un punto que abarque la inmensidad de la música”, dijo.

Viaje a los epicentros del rock

De pequeño, antes de que Ciudad Satélite fuera la cuna de algunas de las bandas más importantes del rock nacional, Aguilera llegó para habitar esa área en su infancia y adolescencia. Aunque aquella ciudad de la periferia estaba alejada de lo que es actualmente, fue un lugar especial para él y para otros músicos que recuerda.

“Llegué muy niño, ahí me encontré con que no había nada. Era una comunidad un poco apartada de la Ciudad de México, era casi como vivir en lo que sería un verdadero suburbio. Después fui encontrando músicos amateurs igual que yo, que teníamos interés por la música, por los instrumentos, por las guitarras, por el rock… ahí empecé a relacionarme con la comunidad”.

Su gusto por la literatura se conjuntó con ese interés, dando como resultado el que sería un compositor reconocido por su dominio de la letra. "De alguna manera mi interés por la literatura y por los libros, en algún punto naturalmente tiene que cruzarse con el interés por la música, porque en las canciones hay también esta parte de las palabras", dijo Aguilera, quien en su carrera también ha escrito el libro "Estambul. Cuadernos nocturnos".

Más tarde, en su juventud, convertido en un guitarrista, gracias a una de sus tías, José Manuel Aguilera tuvo la oportunidad de viajar a Birmingham, Inglaterra, ciudad a la que llegó con la intención de hacer una maestría después de estudiar Ingeniería en Sistemas. A pesar de ese plan principal, el viaje sirvió para percibir el país europeo con su oído musical.

“Había escogido ir allá porque me interesaba estar en ese país que es tan significativo en la historia del rock. Me interesaba estar ahí, ver de cerca estas ciudades, estos lugares, estos músicos que yo conocía solamente a través de sus trabajos”.

La era underground

El contacto con la escena inglesa fue revelador, comentó el músico. “Fue desmitificar darme cuenta viéndolos tocar, que son seres humanos igual que yo y lo que ellos hacen quizá también se pueda hacer en mi país”. Con ese aprendizaje, José Manuel Aguilera volvió a México para incorporarse a la banda Sangre Asteka, con la que dejó por primera vez su trabajo plasmado en un disco, en 1990.

Con Sangre Asteka sólo grabó un álbum, el único en la corta trayectoria de la banda, en la que estuvo acompañado de acordeonista Humberto Álvarez y Federico Fong, sin embargo, ese fue el primer paso en una versión suya de la cual hasta la fecha conserva elementos. “Uno cambia, pero lo que sí queda es el gusto por hacer cosas, la emoción de hacer un disco y entrar al estudio es la misma”, apuntó el guitarrista.

Después del disco de Sangre Asteka, una relación crucial en su carrera inició al lado de Alfonso André, Saúl Hernández y el mismo Federico Fong, con los que en 1992 formó una banda underground, liderada por Dr. Fanatik, llamada La Suciedad de las Sirvientas Puercas.

“El proyecto fue muy distinguido. En la Ciudad de México había una escena musical muy concentrada en el sur, había muy pocos lugares donde se podía tocar. Naturalmente todos los músicos estábamos ahí todos los fines de semana. Era una escena en ese sentido muy fértil, porque había mucho intercambio y había mucho cruce de ideas”, recordó.

“Había egos y muy fuertes, y los hubo y los hay, y siempre han estado ahí. Lo que sucedió ahí no fue un acto de voluntad fraternal, sino que las condiciones de la propia escena propiciaban esta cercanía”, aseguró.

La Barranca emerge

Su relación con los miembros de Caifanes, André y Fong, se estrechó en los inicios de La Barranca, su banda más representativa hasta el día de hoy. “Pienso que nos gustó lo que producíamos, nos gustó la sensación de tocar y ver cómo sonaba lo que estábamos haciendo”, mencionó.

Fue hacia 1995, dos años antes de grabar el álbum “Odio fonky, tomas de buró” junto a Jaime López, cuando las primeras canciones de “El fuego de la noche” surgieron, aún sin tener a la banda completamente formada.

“Tenía ya un par de años haciéndolas y dándoles vueltas, porque el primer disco de nosotros se grabó básicamente en la semana santa del 95’”, recordó el cantante.

“Cuando hicimos el disco de La Barranca de hecho no existía el grupo, ni habíamos tocado en vivo, ni siquiera teníamos nombre. Es un grupo que nace de esas canciones. De hecho el nombre lo tomamos de una canción”, mencionó refiriéndose al track homónimo en el álbum.

Entre La Barranca y Jaguares

En ese proceso, Aguilera formó parte del inicio de la historia de Jaguares, poco antes del lanzamiento de "El fuego de la noche". Con Saúl Hernández y compañía, que entonces cambiaron el nombre de Caifanes por Jaguares, Aguilera grabó el disco “El equilibrio de los Jaguares” y tocó en vivo en algunas presentaciones en México y Estados Unidos.

“Fue una decisión un poco suicida vista en retrospectiva, porque estaba difícil hacer convivir las dos cosas. En La Barranca como grupo independiente teníamos que estar atentos a todo, quizá en Jaguares no, había una organización en torno al grupo que se encargaba de un montón de cosas”, apuntó.

"En La Barranca nosotros sabíamos que teníamos que poner atención en todas las cosas y era un poco incompatible en ese sentido también. Quizá no supimos darle una estructura que permitiera que las dos cosas coexistieran".

La Barranca, un ente independiente

En 2001, La Barranca tomó un tiempo fuera, durante el cual, Aguilera estrenó como solista el disco "Yendo al cine solo". Alfonso André salió de la alineación, al igual que Federico Fong, en esos movimientos, José María Arreola, Alonso Arreola y el guitarrista Alejandro Otaola se incorporaron de lleno en el regreso de la banda, pues antes habían alternado con sus integrantes originales.

Como líder fundador de La Barranca, Aguilera encuentra un proceso difícil el hecho de cambiar de alienación, algo que han hecho en más de una ocasión. “Es muy difícil, pero al mismo tiempo vas aprendiendo y adquiriendo una convicción de que el proyecto puede seguir y eso ha venido a significar una fortaleza para el grupo”, explicó.

“Más allá de los que estemos específicamente como integrantes en un momento dado, hay una personalidad, una fuerza de la cosa en sí. Cuando volteas a ver en perspectiva dices, bueno, estos cambios que a lo mejor en su momento fueron dolorosos y también a veces necesarios, a fin de cuentas también permitieron que se renueve la sangre de la banda”.

Con los hermanos Arreola y Alejandro Otaola, La Barranca estrenó “Denzura” en 2003 y “El fluir” en 2005, dos placas musicales claves en la discografía del grupo, así como en el gusto de sus seguidores. Eso significó para Aguilera la confirmación de su idea.

“Sabía que no iba a sonar igual que en los primeros discos, porque eran otros músicos de otras edades, de otra experiencia, de otra técnica. Pero sí sabía que podíamos hacer música que se inscribiera en esta trayectoria que ya venía marcando”, dijo.

“Antimateria”: Presentación en vivo

➡️ Únete al canal de El Sol de México en WhatsApp para no perderte la información más importante

Antimateria, el décimo tercer disco en la historia de “La Barranca”, tendrá su presentación en el Teatro de la Ciudad Esperanza Iris el viernes 27 de septiembre. Acompañado de la alineación compuesta por Ernick Romero (bajo), Yann Zaragoza (piano) y Abraham Mendoza (batería), dará un show que aprovechará la conexión entre el recinto y el material.

“Hay un tipo de concordancia con la música que estamos proponiendo en Antimateria, que intencionalmente quisimos que fuera un disco elegante. Esta idea de poner las cuerdas y el tipo de canciones, aspira a una elegancia formal”, describió.

“El teatro hace juego con esta intención lujosa. Además simbólicamente está a unas cuadras de donde tocamos por primera vez, un bar que estaba en la calle Filomeno Mata, a unas tres cuadras. Es como regresar al mismo punto, pero desde otro nivel, otra perspectiva”, finalizó José Manuel Aguilera.

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