/ lunes 20 de abril de 2020

85 años e invidente: vender raspados su negocio

Sale a vender raspados para sobrevivir

Vendedor de raspados de frutas desde hace 30 años, los refrescantes productos del octogenario, José Remedios Torres se han convertido en cocas con hielo cepillado, negocio con el que mantiene a su esposa de 87 años, dos mayor que él y ambos débiles visuales.

⬇️Da clic aquí⬇️

El comerciante José Remedios comenzó con este trabajo hace 30 años vendiendo raspados de frutas, pero debido a una condición visual que le merma la vista optó por vender solo raspados de refresco de cola.

“Ya no veo y me pedían un raspado de tamarindo y lo daba de otro sabor. Ya no distinguía los colores de las mieles por eso cambie a raspados de coca”, dijo el octogenario.

Con este trabajo sacó adelante a siete hijos, los cuales han tomado su camino, quedando solamente él y su esposa de 87 años quien también ha perdido la vista y depende solo del ingreso José.

La avenida Del Trabajo ubicada en el centro dela ciudad se ha convertido en su lugar de trabajo donde a diario acude con 12 refrescos a vender su peculiar estilo de raspados, con los que sale a buscar para la “papa”, dice, al agregar que saca “media caja. No puedo vender más porque ya me canso y no puedo andar”.

Ante las adversidades que representa ser un adulto mayor en la actualidad y al igual que muchas personas que comparten esta condición, no puede quedarse en casa por cuarentena, ya que la venta de raspados le da para comer al día.

Uniéndose como uno más a la lista de personas que en estos momentos de contingencia Sanitaria necesitan el apoyo de ciudadanos y autoridades.

Vendedor de raspados de frutas desde hace 30 años, los refrescantes productos del octogenario, José Remedios Torres se han convertido en cocas con hielo cepillado, negocio con el que mantiene a su esposa de 87 años, dos mayor que él y ambos débiles visuales.

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El comerciante José Remedios comenzó con este trabajo hace 30 años vendiendo raspados de frutas, pero debido a una condición visual que le merma la vista optó por vender solo raspados de refresco de cola.

“Ya no veo y me pedían un raspado de tamarindo y lo daba de otro sabor. Ya no distinguía los colores de las mieles por eso cambie a raspados de coca”, dijo el octogenario.

Con este trabajo sacó adelante a siete hijos, los cuales han tomado su camino, quedando solamente él y su esposa de 87 años quien también ha perdido la vista y depende solo del ingreso José.

La avenida Del Trabajo ubicada en el centro dela ciudad se ha convertido en su lugar de trabajo donde a diario acude con 12 refrescos a vender su peculiar estilo de raspados, con los que sale a buscar para la “papa”, dice, al agregar que saca “media caja. No puedo vender más porque ya me canso y no puedo andar”.

Ante las adversidades que representa ser un adulto mayor en la actualidad y al igual que muchas personas que comparten esta condición, no puede quedarse en casa por cuarentena, ya que la venta de raspados le da para comer al día.

Uniéndose como uno más a la lista de personas que en estos momentos de contingencia Sanitaria necesitan el apoyo de ciudadanos y autoridades.

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