Miles y miles de capitalinos se dieron cita en las inmediaciones de La Bufa y El Hormiguero para celebrar el Día de la Cueva, fiesta de tradición y arraigo de los guanajuatenses, que este año llegó a sus 403 aniversario.
Como sucede cada 31 de Julio, los capitalinos rompieron la rutina para darse cita en las inmediaciones del emblemático sito, para reunirse con sus familiares y disfrutar de una comida en las faldas del cerro.
El verde de la montaña, se combinó con los colores chillones de las carpas de comerciantes y la tonalidad infinita de las ropas de los “peregrinos” que participan en la caminata en honor a San Ignacio de Loyola, santo patrono de la ciudad desde 1616.
Los feligreses participaron en la misa llevada a cabo en la “cueva de San Ignacio”, lugar en el que se reunieron tanto autoridades, personalidades y población en general para no faltar a esta costumbre de identidad entre los capitalinos.
Las procesiones iniciaron con “la velada” que muchos realizan en la víspera del 31 de julio, cuando suben hasta las grandes formaciones rocosas para pasar la noche a la luz de las antorchas, para posteriormente, pasadas las 12 de la noche, entonar “Las Mañanitas” en honor al religioso.
A medianoche el cerro se iluminó con las velas que portan los peregrinos en su camino. Tres son las cuevas que a lo largo de los años han sido parte fundamental de la fiesta de La Cueva o fiesta de San Ignacio: la cueva Encantada, la cueva de Los Picachos y la cueva Nueva.
La cueva Encantada es donde originalmente se realizaba esta singular celebración, pero como quedaba muy lejos, fue reemplazada por la cueva de Los Picachos.
Ésta también ha caído en desuso, pero aún es visitada por los peregrinos. La misa a San Ignacio se celebró al mediodía en la cueva “Nueva”, en donde se ha construido un altar para recibir a las personas que asisten a la fiesta.
Quienes no subieron ayer por la noche lo hicieron desde temprano y no dejan pasar la oportunidad de ir a la Cueva y pasar un día de campo lejos de sus responsabilidades personales.
En esta ocasión, pese al intenso calor, el clima no fue impedimento para que los lugareños y visitantes disfrutaran del bullicio de la fiesta, que se extendió a todos los en todos los rincones del cerro.