/ sábado 23 de septiembre de 2023

Churros de azúcar una dulce tradición salmantina

El toque especial para mantenerse en la preferencia de la gente, es el gusto y el cariño con que se elaboran

El sabor, la tradición, pero sobre todo la identidad del “Dulce Nido”, se encuentra en cada pieza de los tradicionales churros de azúcar, que desde hace aproximadamente medio siglo han deleitado a los paladares salmantinos, acompañados de café, chocolate caliente, nieve o simplemente solos, estos pastelillos son un tentempié ideal con un toque de canela, por ello Sergio Sosa continúa con el oficio que heredó de su padre desde los 11 años de preparar desde temprana hora un delicioso y versátil postre.


Un paso obligado se ha vuelto la intersección de las calles Albino García y Benito Juárez en el corazón de Salamanca, justo ahí un costado del museo Miguel Hidalgo se encuentra el punto de venta de Sergio; sitio en el que desde la década de 1980 comenzó a aprender de este negocio familiar de mano de su padre quién dio un toque especial a una sencilla receta, la cual se ha convertido en la preferida de los salmantinos a lo largo de más de 50 años.

A pesar de las innovaciones culinarias con las que se presenta este postre, al rellenarse de cajeta, chocolate, mermelada u otro dulce, Sergio ha mantenido la esencia del tradicional churro de azúcar, preparado con una mezcla especial de ingredientes que vierte al aceite hirviendo a través de una churrera, para en un tiempo exacto extraer el churro para ser cortado y espolvoreado de azúcar y canela.

Yo lo aprendí de mi padre, le ayudaba diario después de la escuela y ahora es un trabajo por medio del cual he sacado adelante a mi familia, el trabajo empieza a las seis de la mañana y terminamos más o menos hasta las siete de la tarde, pero es un trabajo que se hace con mucho cariño para nuestros clientes”, refirió.

Su padre, Lauro Sosa Zavala aprendió este arte culinario luego de ser empleado de unas personas originarias de Uruapan, Michoacán, que llegaron a Salamanca para vender este producto y que al poco tiempo pudo tener su propio negocio.

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Harina, vainilla, sal, aceite, azúcar y canela, son los ingredientes que se requieren para elaborar los churros, sin embargo, el sabor, el toque especial, el secreto para mantenerse en la preferencia de la gente, es el gusto y el cariño con que Sergio realiza su trabajo.

El sabor, la tradición, pero sobre todo la identidad del “Dulce Nido”, se encuentra en cada pieza de los tradicionales churros de azúcar, que desde hace aproximadamente medio siglo han deleitado a los paladares salmantinos, acompañados de café, chocolate caliente, nieve o simplemente solos, estos pastelillos son un tentempié ideal con un toque de canela, por ello Sergio Sosa continúa con el oficio que heredó de su padre desde los 11 años de preparar desde temprana hora un delicioso y versátil postre.


Un paso obligado se ha vuelto la intersección de las calles Albino García y Benito Juárez en el corazón de Salamanca, justo ahí un costado del museo Miguel Hidalgo se encuentra el punto de venta de Sergio; sitio en el que desde la década de 1980 comenzó a aprender de este negocio familiar de mano de su padre quién dio un toque especial a una sencilla receta, la cual se ha convertido en la preferida de los salmantinos a lo largo de más de 50 años.

A pesar de las innovaciones culinarias con las que se presenta este postre, al rellenarse de cajeta, chocolate, mermelada u otro dulce, Sergio ha mantenido la esencia del tradicional churro de azúcar, preparado con una mezcla especial de ingredientes que vierte al aceite hirviendo a través de una churrera, para en un tiempo exacto extraer el churro para ser cortado y espolvoreado de azúcar y canela.

Yo lo aprendí de mi padre, le ayudaba diario después de la escuela y ahora es un trabajo por medio del cual he sacado adelante a mi familia, el trabajo empieza a las seis de la mañana y terminamos más o menos hasta las siete de la tarde, pero es un trabajo que se hace con mucho cariño para nuestros clientes”, refirió.

Su padre, Lauro Sosa Zavala aprendió este arte culinario luego de ser empleado de unas personas originarias de Uruapan, Michoacán, que llegaron a Salamanca para vender este producto y que al poco tiempo pudo tener su propio negocio.

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Harina, vainilla, sal, aceite, azúcar y canela, son los ingredientes que se requieren para elaborar los churros, sin embargo, el sabor, el toque especial, el secreto para mantenerse en la preferencia de la gente, es el gusto y el cariño con que Sergio realiza su trabajo.

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