Francisco Padilla cerró su negocio de antigüedades, desde hace 10 meses, no le fue fácil haber sobrevivido a la pandemia y es que su rentero le condonó la mitad de la renta que paga por su local en el centro, esto le permitió sobrellevar la situación pero su economía quedó tan lacerada que se ha quedado sin ahorros.
Paco Padilla es anticuario y tiene más de tres décadas de comercializar antigüedades en la Zona Centro y su local estuvo en un riesgo serio de cerrar para siempre. “Cumplí diez meses, estamos abriendo apenas, abrimos medio tiempo, hay la llevamos”.
Padilla destacó que su negocio se ha desgastado y que sus ganancias ahora que ha quitado el candado de su negocio son mínimas “viene siendo como el cuerpo de una personas totalmente gorda, te quemaste ya toda la grasa y te quedaste en los huesos, te desgastas, todo lo que tenías ahorrado te lo quemaste quedas esquemáticamente hablando pues muy débil, estamos empezando a embarnecer, pero está esto muy lento”.
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“Afortunadamente gracias a la ayuda de mi rentero, de mi casero, que me ha permitido una renta disminuida puede subsistir sino yo ya hubiera cerrado desde cuando, lo que pagaba, pago la mitad”, comentó.
En la calle en donde comercializa sus antigüedades otros negocios cambiaron de giro por la pandemia de la Covid-19 otros cerraron totalmente.
Su tienda está sola. “Puedes durar aquí un rato y va a ver horas en no entra ninguna persona, como vendo cosas relacionadas con el arte, la gente se interesa más en otros objetos. Los únicos productos que tienen demanda diaria son los alimenticios pero acá tenemos alimento para del espíritu”.
“En el 2021 nos la vamos a pasar todavía con el cinturón abrochado si deporsi la economía no era muy benigna antes, ahora estamos en etapa de crisis, en este momento hay que vender para subsistir en lo que se pueda”.