/ viernes 3 de junio de 2022

¿De dónde viene la tradición del San Crispín de Oro para los zapateros?

La máxima presea de la industria del calzado reconoce a los empresarios que con su trayectoria han logrado destacar en el gremio

Foto: Cortesía | Twitter @municipioleon

Mayra Córdova | El Sol de León

León, Guanajuato. - Durante 47 años, Ramón Ascencio Villanueva ha tomado un papel importante en la entrega del reconocimiento y estatuilla del San Crispín de Oro, que la Cámara de la Industria del Calzado (CICEG) entrega impulsores significativos del sector calzado.

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Y es que desde 1975, ha sido el encargado de recabar, redactar y leer las reseñas de los premiados en cada edición de SAPICA, siendo la número 86, marco de la presentación de su libro “Los Sancrispines |Memoria de zapateros que han hecho historia (1975-2021)”, en el que justamente hace una compilación de esos emotivos textos.

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“Les confieso que no supe ni cómo pasaron estos 47 años, por lo cual le doy gracias a Dios, pues me concedió el privilegio de ser portavoz de estos hermosísimos testimonios tan humanos, llenos de contrastes, tan cercanos a nosotros los zapateros. Espero que los disfruten”.

¿Por qué el San Crispín de oro?

Fue en 1975, cuando José Abugaber Sara, organizador del primer Salón de la Piel y el Calzado tuvo la idea de instituir este premio.

Un grupo de trabajadores lanza la idea de celebrar a San Crispín y San Crispiano, patrones del gremio, con convenciones entre obreros y patrones. Desde 1910 se festejaban a estos santos patrones en la parroquia del Señor de la Salud, en el Barrio Arriba, pero en los últimos años la tradición se ha transformado para reconocer con el galardón “San Crispín de Oro”, con el cual se galardona a industriales cuya trayectoria se ha desarrollado en beneficio del fortalecimiento del sector calzado.

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“Los primeros Sancrispines fueron muchos en cantidad y especialidad, ya que lo mismo se otorgó a don Salvador López Chávez, que a don Rodolfo Padilla o al señor Pardo, de Guadalajara. En otras ocasiones, se incluyeron a curtidores como a don José Julio Ramírez o al gobernador Luis Ducoing, pero luego de algunos años se impuso el criterio de concederlo solamente a fabricantes de calzado”, escribió Ramón Ascencio Villanueva en el libro “Nuestra Industria del Calzado. Memoria y porvenir” (2008) de la CICEG.

Solamente dos años no tuvo la fortuna de preparar el texto y hacer la lectura de las semblanzas biográficas de Ramón Padilla y de Eduardo Mendiola debido a circunstancias especiales que se lo impidieron.

“Quiero compartir lo que siento cuando recabo los datos biográficos de los elegidos. Primero que nada, descubro que ninguno de ellos cree merecerlo porque precisamente su gracia consiste en haber conseguido méritos elevados no para que alguien los reconociera sino porque era su deber, su responsabilidad y en casi todo su gusto.

Luego me envuelvo en esa atmósfera maravillosa de los recuerdos vivos del León de los 40’s, de los 50’s, de una ciudad que se fue haciendo grande porque grandes se fueron haciendo los industriales”, expresó en el libro ya citado.

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Basta pensar en los mártires del trabajo zapatero que extienden su oblación cotidiana a los años que a sus fuerzas se lo permiten, fundan hogares que luego se multiplican y siguen sosteniendo la industria de manera plena.

El San Crispín de Oro lo que hace es poner en relieve la actividad que por varios siglos han distinguido a la Perla del Bajío.