/ sábado 9 de abril de 2022

De la descomposición social y del amor también “Todos somos responsables”: Arzobispo Cortés

Debemos crear una amistad social y escucha, para rescatar a la sociedad, una cultura de diversidad en la unidad y de unidad en la diversidad

León, Guanajuato.- “Nadie tiene la culpa, pero todos tenemos responsabilidad”, fue la frase con la que el Arzobispo de León, Alfonso Cortés Contreras diagnosticó, en entrevista exclusiva para la Organización Editorial Mexicana, la subcultura de la violencia y la descomposición social en el mundo, pero también la posible construcción de una sociedad más justa con amor y libertad.

Crisis de cultura

Al diagnosticar el origen de algunos de los retos más importantes de nuestro tiempo, el pastor de las diócesis de Celaya, Irapuato, León y Querétaro recuerda que ya el Papa Paulo VI, en el Concilio Vaticano II, advertía de los riesgos de una visión egocentrista de la realidad. Por eso, al iniciar la charla, Monseñor Cortés diagnóstica: “a veces nos colocamos en el puesto de Dios, nos hacemos Dioses, nos hacemos el punto de referencia, nos transpiramos hacia adentro y no hacia afuera”.

El amor a lo material

En un entorno sobrio, sin ningún exceso, en una sala elegante pero sin adorno alguno, el Arzobispo abunda acerca de un “endiosamiento” equivocado. El prelado, quien fuera nombrado por el Papa Francisco miembro del Consejo Pontificio para la Cultura –al cual pertenecen sólo 30 personas– reconoce: “cuando el dinero se convierte en un Dios, nos hacemos esclavos y sobre todo cuando es conseguido injustamente, nos volvemos cosas y es ahí donde perdemos el equilibrio; el ser humano tiene derecho y obligación de crecer y de generar, pero para el bien, para la felicidad. Las cosas materiales deben ser un medio, pero en primer lugar está la persona.

La violencia, una subcultura

Este mirar hacia afuera, advierte el insigne sacerdote, produce “un deterioro cultural: la violencia, la pobreza, la injusticia, el enfrentamiento son exactamente lo contrario a la cultura, que debe producir la verdad, la belleza, el bien, una cultura noble y fraternal''.

Y añadió: “Hemos perdido el sentido sagrado de la sangre, la sangre es la vida y tanto derramamiento de sangre es derramar la dignidad del ser humano; cuando se derrama la sangre se le quita la dignidad [al ser humano] y se desprecia la vida y eso no lo podemos seguir permitiendo sin hacer algo por detener esta subcultura, esa cultura equivocada. Es responsabilidad de todos, el bien común es tarea de todos”.

“En México tenemos una reserva muy grande de humanidad y la misión de la cultura social de los medios de comunicación es una riqueza y una responsabilidad.

“Hace falta hacer un examen de conciencia por qué hemos llegado a esta situación; nadie tiene la culpa, pero todos tenemos responsabilidad y debemos examinar qué tipo de estructuras sociales hemos creado, cómo hemos cuidado a la familia; cómo hemos escuchado o no nos hemos escuchado. Qué ha prevalecido en la sociedad: el individualismo o el deseo de riqueza y de poder.

Amistad social y medios de comunicación

El clérigo, quien de 1999 a 2005 fue rector del Colegio Pontificio de México en Roma, insiste: “Todos tenemos responsabilidad y todos tenemos la posibilidad de cooperar. Debemos hacer una amistad social: apreciar y valorar lo que está haciendo el otro, tener posibilidad de escuchar, de ayudar, de conocer al otro.

“Este mundo de hermanos que han entrado en esas subculturas de droga, de alcoholismo, de robos y de violencia son seres humanos que necesitamos llamarlos a cambiar, a rehacer el camino y ese es un deber cristiano, pero sobre todo es un deber social.

“Estamos en este momento fecundo de darle una respuesta al ser humano en su vida. Por eso el Papa habla de humanismo cristiano y tenemos la oportunidad de generar una cultura justa, fraterna, dialogante y yo creo que esa es la misión de los medios de comunicación, porque la palabra crea, la palabra ayuda al ser humano a hacerse persona a interpretar al mundo, a la sociedad y sus pensamientos.

“Tenemos que hacer una amistad social: universidades, iglesias, medios de comunicación, padres de familia, obreros para rescatar a los jóvenes, a los adolescentes, a los niños, a la mujer, es decir al alma de la sociedad

El principal reto de la iglesia: escuchar

Al identificar el mayor reto para los sucesores de San Pedro y para la iglesia católica, el también Secretario de la Comisión de Educación y Cultura de la Comisión del Episcopado Mexicano, reflexiona:

“Tenemos que hacer siempre el esfuerzo de regresar a lo fundamental: el encuentro con Dios nuestro señor, el encuentro con el evangelio, ser una iglesia misionera y eso significa estar al servicio de los demás con amor, con misericordia, con el deseo siempre de ayudar a construir a la sociedad.


“Una de las crisis de la iglesia y los jóvenes es nuestro lenguaje, y no me refiero solamente al lenguaje de la palabra si no a nuestras formas de atenderlos, en nuestras formas de no convocarlos para la escucha, a las formas de no preguntarles qué iglesia quieren construir, qué iglesia quieren generar.

“Segundo, hay una necesidad permanente y urgente de escucha. Y escuchar significa poner atención, vivir para el otro, hacer una inclinación. El mayor tiene que inclinarse al más pequeño, al más humilde. La iglesia debe ofrecer este evangelio de salvación y crear un puente de diálogo con la cultura actual porque tiene unos valores enormes en la cultura moderna actual, con sus dificultades y sus limitantes. Ese ejercicio de escucha puede ayudar a generar una sociedad fraterna, una amistad social con todos, todos tenemos el deber de reconstruir esta ecología social, una ecología humana, digna. La diversidad en la unidad y la unidad en la diversidad.

Juventud y escucha

El Arzobispo de León, quien fuera ordenado sacerdote en 1972 y consagrado obispo por el papa Benedicto XVI el 24 de agosto de 2005, reflexiona acerca de los jóvenes que se encuentran atrapados en un entorno violento o de adicciones y sentencia: “el discurso y la buena intención deben estar acompañados de la posibilidad de la realidad”.

“Hoy muchos jóvenes se encuentran en la realidad de hacerse una pregunta silenciosa, ¿dónde estoy? ¿no tengo futuro?, estoy estudiando, pero salgo y no tengo trabajo, tengo mis padres separados y no tengo los medios necesarios para desarrollarme, no tengo quién me escuche.

“Yo creo que la primera pobreza de los jóvenes y de mucha gente es que no hay quien los escuche, es decir, quién les ponga atención, quién viva para ellos, quién les ayude a dar una respuesta”.

Y añade: “Un primer consejo es valorarse a sí mismo, buscar lecturas verdaderas de su vida, de su realidad, que lo hagan ser persona y, si tiene fe, todos tenemos la semilla aún en la crisis. Los jóvenes son de los grupos humanos que están sufriendo más esa crisis de fe.

“La verdadera satisfacción de la familia, indica el Arzobispo, se refiere a su cuidado integral y a un diálogo existencial [entre sus miembros], un intercambio que provoca la recreación de valores para colmar el vacío que puedan sentir los jóvenes o la sociedad en general cuando no ven satisfechas sus necesidades si se enfocan solamente a la consecución de dinero y de bienes materiales.

Experiencia colectiva

Los tres alimentos: como los llama Alfonso Cortés, oriundo de La Luz, Michoacán: lo físico, lo material, y lo espiritual no son una experiencia individual “sino de fraternidad y de solidaridad y convivencia de escucha mutua y de crecimiento social, exactamente ahí comprobamos que todos nos necesitamos y que todos podemos hacer algo por el bien del otro, por construir y por reanimar esta sociedad.

Amor y libertad

Finalmente, el insigne sacerdote concluye que la solución de diversos males que aquejan a la sociedad es la cultura misma, ya que esta “trata de promover y de ayudar a evangelizar las culturas de otro ser. Se trata de ofrecer una visión fraterna con todos los valores que tiene el ser humano, que son el valor de la justicia, el valor de los derechos humanos, el valor de la ecología, el valor del respeto a la dignidad del ser humano, el respeto al diálogo, al encuentro, a la libertad, [pues] los seres humanos hemos sido creados fundamentalmente para dos cosas: para amar y para ser libres”.

León, Guanajuato.- “Nadie tiene la culpa, pero todos tenemos responsabilidad”, fue la frase con la que el Arzobispo de León, Alfonso Cortés Contreras diagnosticó, en entrevista exclusiva para la Organización Editorial Mexicana, la subcultura de la violencia y la descomposición social en el mundo, pero también la posible construcción de una sociedad más justa con amor y libertad.

Crisis de cultura

Al diagnosticar el origen de algunos de los retos más importantes de nuestro tiempo, el pastor de las diócesis de Celaya, Irapuato, León y Querétaro recuerda que ya el Papa Paulo VI, en el Concilio Vaticano II, advertía de los riesgos de una visión egocentrista de la realidad. Por eso, al iniciar la charla, Monseñor Cortés diagnóstica: “a veces nos colocamos en el puesto de Dios, nos hacemos Dioses, nos hacemos el punto de referencia, nos transpiramos hacia adentro y no hacia afuera”.

El amor a lo material

En un entorno sobrio, sin ningún exceso, en una sala elegante pero sin adorno alguno, el Arzobispo abunda acerca de un “endiosamiento” equivocado. El prelado, quien fuera nombrado por el Papa Francisco miembro del Consejo Pontificio para la Cultura –al cual pertenecen sólo 30 personas– reconoce: “cuando el dinero se convierte en un Dios, nos hacemos esclavos y sobre todo cuando es conseguido injustamente, nos volvemos cosas y es ahí donde perdemos el equilibrio; el ser humano tiene derecho y obligación de crecer y de generar, pero para el bien, para la felicidad. Las cosas materiales deben ser un medio, pero en primer lugar está la persona.

La violencia, una subcultura

Este mirar hacia afuera, advierte el insigne sacerdote, produce “un deterioro cultural: la violencia, la pobreza, la injusticia, el enfrentamiento son exactamente lo contrario a la cultura, que debe producir la verdad, la belleza, el bien, una cultura noble y fraternal''.

Y añadió: “Hemos perdido el sentido sagrado de la sangre, la sangre es la vida y tanto derramamiento de sangre es derramar la dignidad del ser humano; cuando se derrama la sangre se le quita la dignidad [al ser humano] y se desprecia la vida y eso no lo podemos seguir permitiendo sin hacer algo por detener esta subcultura, esa cultura equivocada. Es responsabilidad de todos, el bien común es tarea de todos”.

“En México tenemos una reserva muy grande de humanidad y la misión de la cultura social de los medios de comunicación es una riqueza y una responsabilidad.

“Hace falta hacer un examen de conciencia por qué hemos llegado a esta situación; nadie tiene la culpa, pero todos tenemos responsabilidad y debemos examinar qué tipo de estructuras sociales hemos creado, cómo hemos cuidado a la familia; cómo hemos escuchado o no nos hemos escuchado. Qué ha prevalecido en la sociedad: el individualismo o el deseo de riqueza y de poder.

Amistad social y medios de comunicación

El clérigo, quien de 1999 a 2005 fue rector del Colegio Pontificio de México en Roma, insiste: “Todos tenemos responsabilidad y todos tenemos la posibilidad de cooperar. Debemos hacer una amistad social: apreciar y valorar lo que está haciendo el otro, tener posibilidad de escuchar, de ayudar, de conocer al otro.

“Este mundo de hermanos que han entrado en esas subculturas de droga, de alcoholismo, de robos y de violencia son seres humanos que necesitamos llamarlos a cambiar, a rehacer el camino y ese es un deber cristiano, pero sobre todo es un deber social.

“Estamos en este momento fecundo de darle una respuesta al ser humano en su vida. Por eso el Papa habla de humanismo cristiano y tenemos la oportunidad de generar una cultura justa, fraterna, dialogante y yo creo que esa es la misión de los medios de comunicación, porque la palabra crea, la palabra ayuda al ser humano a hacerse persona a interpretar al mundo, a la sociedad y sus pensamientos.

“Tenemos que hacer una amistad social: universidades, iglesias, medios de comunicación, padres de familia, obreros para rescatar a los jóvenes, a los adolescentes, a los niños, a la mujer, es decir al alma de la sociedad

El principal reto de la iglesia: escuchar

Al identificar el mayor reto para los sucesores de San Pedro y para la iglesia católica, el también Secretario de la Comisión de Educación y Cultura de la Comisión del Episcopado Mexicano, reflexiona:

“Tenemos que hacer siempre el esfuerzo de regresar a lo fundamental: el encuentro con Dios nuestro señor, el encuentro con el evangelio, ser una iglesia misionera y eso significa estar al servicio de los demás con amor, con misericordia, con el deseo siempre de ayudar a construir a la sociedad.


“Una de las crisis de la iglesia y los jóvenes es nuestro lenguaje, y no me refiero solamente al lenguaje de la palabra si no a nuestras formas de atenderlos, en nuestras formas de no convocarlos para la escucha, a las formas de no preguntarles qué iglesia quieren construir, qué iglesia quieren generar.

“Segundo, hay una necesidad permanente y urgente de escucha. Y escuchar significa poner atención, vivir para el otro, hacer una inclinación. El mayor tiene que inclinarse al más pequeño, al más humilde. La iglesia debe ofrecer este evangelio de salvación y crear un puente de diálogo con la cultura actual porque tiene unos valores enormes en la cultura moderna actual, con sus dificultades y sus limitantes. Ese ejercicio de escucha puede ayudar a generar una sociedad fraterna, una amistad social con todos, todos tenemos el deber de reconstruir esta ecología social, una ecología humana, digna. La diversidad en la unidad y la unidad en la diversidad.

Juventud y escucha

El Arzobispo de León, quien fuera ordenado sacerdote en 1972 y consagrado obispo por el papa Benedicto XVI el 24 de agosto de 2005, reflexiona acerca de los jóvenes que se encuentran atrapados en un entorno violento o de adicciones y sentencia: “el discurso y la buena intención deben estar acompañados de la posibilidad de la realidad”.

“Hoy muchos jóvenes se encuentran en la realidad de hacerse una pregunta silenciosa, ¿dónde estoy? ¿no tengo futuro?, estoy estudiando, pero salgo y no tengo trabajo, tengo mis padres separados y no tengo los medios necesarios para desarrollarme, no tengo quién me escuche.

“Yo creo que la primera pobreza de los jóvenes y de mucha gente es que no hay quien los escuche, es decir, quién les ponga atención, quién viva para ellos, quién les ayude a dar una respuesta”.

Y añade: “Un primer consejo es valorarse a sí mismo, buscar lecturas verdaderas de su vida, de su realidad, que lo hagan ser persona y, si tiene fe, todos tenemos la semilla aún en la crisis. Los jóvenes son de los grupos humanos que están sufriendo más esa crisis de fe.

“La verdadera satisfacción de la familia, indica el Arzobispo, se refiere a su cuidado integral y a un diálogo existencial [entre sus miembros], un intercambio que provoca la recreación de valores para colmar el vacío que puedan sentir los jóvenes o la sociedad en general cuando no ven satisfechas sus necesidades si se enfocan solamente a la consecución de dinero y de bienes materiales.

Experiencia colectiva

Los tres alimentos: como los llama Alfonso Cortés, oriundo de La Luz, Michoacán: lo físico, lo material, y lo espiritual no son una experiencia individual “sino de fraternidad y de solidaridad y convivencia de escucha mutua y de crecimiento social, exactamente ahí comprobamos que todos nos necesitamos y que todos podemos hacer algo por el bien del otro, por construir y por reanimar esta sociedad.

Amor y libertad

Finalmente, el insigne sacerdote concluye que la solución de diversos males que aquejan a la sociedad es la cultura misma, ya que esta “trata de promover y de ayudar a evangelizar las culturas de otro ser. Se trata de ofrecer una visión fraterna con todos los valores que tiene el ser humano, que son el valor de la justicia, el valor de los derechos humanos, el valor de la ecología, el valor del respeto a la dignidad del ser humano, el respeto al diálogo, al encuentro, a la libertad, [pues] los seres humanos hemos sido creados fundamentalmente para dos cosas: para amar y para ser libres”.

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