/ martes 13 de febrero de 2024

Deja 43 heridos festividad “explosiva” en San Juan de la Vega, en Celaya [Video-Galería]

Con motivo a la veneración de la imagen de “San Juanito” truenan petardos artesanales con marros sobre las vías del tren

CELAYA, Gto.- La explosiva fiesta de San Juan de la Vega con motivo a la veneración de la imagen de “San Juanito” dejó este año, 2024, un total de 43 personas heridas por petardos artesanales que fueron tronados con marro, sobre las vías del tren, y de los cuales tres fueron trasladados tanto al Hospital General como al IMSS, y el resto fueron atendidos por paramédicos que estuvieron en la zona.

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La Secretaría de Seguridad Ciudadana informó que también se registró un incendio de pastizal que fue atendido en tiempo; además, a la hora pico en el lugar asignado para la quema de petardos, se registraron alrededor de dos mil personas y durante el recorrido con la imagen religiosa fueron más de ocho mil asistentes.

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En el 2023 fueron 46 heridos; en el 2022 se registraron 26 heridos; en 2021 se suspendió y la gente dijo “Nos calmamos por el Covid, no por la policía ni el Ejército, sino por miedo a la enfermedad”; en el 2020 se reportaron 32 lesionados; y la cifra más alta fue en el 2019, con 61 heridos como saldo en una fiesta con mucho ruido y sin miedo a salir heridos o con la mano mocha.

Una vez más, y a pesar del peligro que representan los petardos que hasta han dejado tuertos a algunos y mancos a otros, la gente salió desde muy temprano, con el marro sobre el hombro y en la frente el orgullo de quien librará una batalla hecha a fuerza de una imparable tradición profundamente enraizada.

Los pobladores de San Juan de la Vega mostraron las dos caras de la moneda: una, por allá, lejos, entre calles, los rezos y procesiones; y por otra, la quema de petardos a martillazos, que provocó lesiones a menores de entre los 10 y 13 años de edad, pero también a jóvenes de 14 hasta los 33 años, incluso a adultos y un par de personas de la tercera edad.


Como cada año, los niños y jóvenes, aconsejados por los adultos, se animan a tronar petardos, y aunque dicen que no tienen miedo, en el preciso momento en que explota, cierran los ojos y hasta dan uno o dos pasos para retroceder. | Foto: Alfonso Berber / El Sol del Bajío


Un día antes del Miércoles de Ceniza, el pueblo se divide en hombres y mujeres, y mientras las mujeres andan en sus asuntos de dichos y oraciones, según el barrio en donde toca hacer la entrega recepción de la imagen de “San Juanito”, por los rumbos de las vías los hombres se hacen los valientes.

En su totalidad por hombres, desde muy temprano se lleva a cabo la quema de petardos artesanales detonados por marros y martillos, que arrojó un total de 40 heridos, de los cuales 4 de ellos son niños entre los 10 y 13 años de edad; alrededor de 20 son jóvenes de 14 a 25 años, de los cuales 3 fueron llevados al IMSS; y el resto son adultos de más de 26 años de edad que fueron atendidos en el lugar.

Como cada año, la fiesta de explosiones y oraciones, cada quien por su lado, reunió en total a más de 15 mil personas en sus dos manifestaciones, inició a las 9:00 de la mañana con la representación del robo al rico minero Juan Aquino de la Vega, quien por el año de 1550 se encomendó a la imagen de San Juan Bautista para recuperar las monedas de oro.

A eso de las 10:00 de la mañana se detuvo el tren por la algarabía sobre las vías, y esperó por más de una hora, no por un posible descarrilamiento por los petardos, sino para no lesionar a personas que en estado de ebriedad podrían cometer alguna imprudencia y ocasionar una tragedia de impacto internacional.

Aquél hecho histórico pasó a ser leyenda, y aún con datos imprecisos, modificaciones, omisiones, los hombres argumentan su feroz fiesta y pretenden cada año repetir la tragedia del oro perdido, la valentía de algunos cuantos que soltaron gritos y balazos para recuperar el metal precioso, y después la fiesta del patrón del pueblo, Juan Aquino de la Vega, que repartió sus tierras a sus tantos hijos e hijas para no tenerlos regados y que ahora son barrios que no desatienden la fe para venerar a la imagen de “San Juanito”, que no por pequeño deja de ser milagroso.

Por la tarde, se hizo la representación de la recuperación del tesoro, lo que en aquél entonces dio pauta a la fundación de la comunidad de San Juan de la Vega, en 1558, por Juan Aquino de la Vega, quien al recibir las monedas de oro, entregó a cada uno de sus seis hijos tierras que más tarde se convertirían en los barrios, según los nombres de los herederos: San Antonio, Purísima, La Cruz, San Juan, San Marcos y San Cristóbal.

Fatigados, heridos, pero animados por el orgullo de ser oriundos de San Juan de la Vega, los hombres de todas las edades, hasta chamacos de poca estatura, regresan a casa al atardecer, porque hace hambre, aunque no tanta sed porque se sació con las cervezas que no faltaron.

Y cuando se reúnen de nuevo las familias, una que vienen de allá, de la oración, y otros que llegan de por acá, del escándalo de tanto petardo, se preguntan que cómo sigue el compadre, el chamaco, el joven, el vecino, el amigo, el pariente que salió herido, pero es el tiempo que los obliga a esperar que sanen las heridas de una fiesta en donde lo que sobra es valor.

LOS QUÍMICOS

Cabe señalar que los petardos utilizados en la celebración se hacen de forma artesanal por los mismos habitantes. Solo utilizan 2 ingredientes: clorato y azufre. A 5 kilos de clorato le echan medio kilo de azufre. La mezcla tiene que estar bien revuelta y completamente molida. El polvo explosivo es vaciado a una envoltura de papel, de forma cilíndrica. El químico tiene que comprimirse para que con el golpe explote.

CELAYA, Gto.- La explosiva fiesta de San Juan de la Vega con motivo a la veneración de la imagen de “San Juanito” dejó este año, 2024, un total de 43 personas heridas por petardos artesanales que fueron tronados con marro, sobre las vías del tren, y de los cuales tres fueron trasladados tanto al Hospital General como al IMSS, y el resto fueron atendidos por paramédicos que estuvieron en la zona.

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La Secretaría de Seguridad Ciudadana informó que también se registró un incendio de pastizal que fue atendido en tiempo; además, a la hora pico en el lugar asignado para la quema de petardos, se registraron alrededor de dos mil personas y durante el recorrido con la imagen religiosa fueron más de ocho mil asistentes.

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En el 2023 fueron 46 heridos; en el 2022 se registraron 26 heridos; en 2021 se suspendió y la gente dijo “Nos calmamos por el Covid, no por la policía ni el Ejército, sino por miedo a la enfermedad”; en el 2020 se reportaron 32 lesionados; y la cifra más alta fue en el 2019, con 61 heridos como saldo en una fiesta con mucho ruido y sin miedo a salir heridos o con la mano mocha.

Una vez más, y a pesar del peligro que representan los petardos que hasta han dejado tuertos a algunos y mancos a otros, la gente salió desde muy temprano, con el marro sobre el hombro y en la frente el orgullo de quien librará una batalla hecha a fuerza de una imparable tradición profundamente enraizada.

Los pobladores de San Juan de la Vega mostraron las dos caras de la moneda: una, por allá, lejos, entre calles, los rezos y procesiones; y por otra, la quema de petardos a martillazos, que provocó lesiones a menores de entre los 10 y 13 años de edad, pero también a jóvenes de 14 hasta los 33 años, incluso a adultos y un par de personas de la tercera edad.


Como cada año, los niños y jóvenes, aconsejados por los adultos, se animan a tronar petardos, y aunque dicen que no tienen miedo, en el preciso momento en que explota, cierran los ojos y hasta dan uno o dos pasos para retroceder. | Foto: Alfonso Berber / El Sol del Bajío


Un día antes del Miércoles de Ceniza, el pueblo se divide en hombres y mujeres, y mientras las mujeres andan en sus asuntos de dichos y oraciones, según el barrio en donde toca hacer la entrega recepción de la imagen de “San Juanito”, por los rumbos de las vías los hombres se hacen los valientes.

En su totalidad por hombres, desde muy temprano se lleva a cabo la quema de petardos artesanales detonados por marros y martillos, que arrojó un total de 40 heridos, de los cuales 4 de ellos son niños entre los 10 y 13 años de edad; alrededor de 20 son jóvenes de 14 a 25 años, de los cuales 3 fueron llevados al IMSS; y el resto son adultos de más de 26 años de edad que fueron atendidos en el lugar.

Como cada año, la fiesta de explosiones y oraciones, cada quien por su lado, reunió en total a más de 15 mil personas en sus dos manifestaciones, inició a las 9:00 de la mañana con la representación del robo al rico minero Juan Aquino de la Vega, quien por el año de 1550 se encomendó a la imagen de San Juan Bautista para recuperar las monedas de oro.

A eso de las 10:00 de la mañana se detuvo el tren por la algarabía sobre las vías, y esperó por más de una hora, no por un posible descarrilamiento por los petardos, sino para no lesionar a personas que en estado de ebriedad podrían cometer alguna imprudencia y ocasionar una tragedia de impacto internacional.

Aquél hecho histórico pasó a ser leyenda, y aún con datos imprecisos, modificaciones, omisiones, los hombres argumentan su feroz fiesta y pretenden cada año repetir la tragedia del oro perdido, la valentía de algunos cuantos que soltaron gritos y balazos para recuperar el metal precioso, y después la fiesta del patrón del pueblo, Juan Aquino de la Vega, que repartió sus tierras a sus tantos hijos e hijas para no tenerlos regados y que ahora son barrios que no desatienden la fe para venerar a la imagen de “San Juanito”, que no por pequeño deja de ser milagroso.

Por la tarde, se hizo la representación de la recuperación del tesoro, lo que en aquél entonces dio pauta a la fundación de la comunidad de San Juan de la Vega, en 1558, por Juan Aquino de la Vega, quien al recibir las monedas de oro, entregó a cada uno de sus seis hijos tierras que más tarde se convertirían en los barrios, según los nombres de los herederos: San Antonio, Purísima, La Cruz, San Juan, San Marcos y San Cristóbal.

Fatigados, heridos, pero animados por el orgullo de ser oriundos de San Juan de la Vega, los hombres de todas las edades, hasta chamacos de poca estatura, regresan a casa al atardecer, porque hace hambre, aunque no tanta sed porque se sació con las cervezas que no faltaron.

Y cuando se reúnen de nuevo las familias, una que vienen de allá, de la oración, y otros que llegan de por acá, del escándalo de tanto petardo, se preguntan que cómo sigue el compadre, el chamaco, el joven, el vecino, el amigo, el pariente que salió herido, pero es el tiempo que los obliga a esperar que sanen las heridas de una fiesta en donde lo que sobra es valor.

LOS QUÍMICOS

Cabe señalar que los petardos utilizados en la celebración se hacen de forma artesanal por los mismos habitantes. Solo utilizan 2 ingredientes: clorato y azufre. A 5 kilos de clorato le echan medio kilo de azufre. La mezcla tiene que estar bien revuelta y completamente molida. El polvo explosivo es vaciado a una envoltura de papel, de forma cilíndrica. El químico tiene que comprimirse para que con el golpe explote.

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