El paso del tiempo y el abandono de sepulcros es un contraste amplio que se refleja en el cementerio con mayor antigüedad en Salamanca; con 174 años a cuestas, el panteón Las Flores es guardián de un sinfín de historias y leyendas, sin embargo sus tumbas algunas olvidadas, cuarteadas y amontonadas confirman la larga vida que ha tenido este lugar, que al pasar de los años sigue siendo el más representativo de la ciudad.
Si bien a lo largo de la historia han existido otros lugares que han tenido esta función, muchos de ellos han desaparecido al paso de los años, algunos de ellos pasaron de ser panteones a convertirse en iglesias, como el caso de el panteón de la colonia San Pedro, de los Milagros y el panteón de la Antigua Parroquia de San Bartolomé, en lo que hoy en día es la Parroquia Antigua.
“Hay muchas tumbas en estas condiciones y es triste verlas así de destruidas, pero así es la vida, hay tumbas de familias que ya todos murieron, otros se viven fueras y algunos pocos las han olvidado, en algunos casos para estás fechas hay quienes se apiadan de los difuntos y les limpian un poco la tumba o simplemente les dejan una flor, este es el único panteón que tiene este tipo de tumbas ya que los otros son más nuevos y las familias están más al pendiente”, explicó Juan Gerardo Cruz sepulturero.
El panteón Las Flores se fundo alrededor de 1850, su nombre fue tomado de un pequeño barrio con el que colindaba y desapareció unos años más tarde; entre 1855 y 1856, tuvo una fosa común en dónde cientos de cuerpos fueron arrojados a causa de una fuerte epidemia que golpeó a la entonces Villa de Salamanca.
Así mismo, propia del Porfiriato de tuvo la costumbre de dividirse en dos partes el lado izquierdo para los pobres, en tanto el lado derecho para los ricos.
Cada 1 y 2 de noviembre las puertas del cementerio se abren desde temprana hora para recibir a quienes van a visitar a sus Fieles Difuntos, personas e incluso familias enteras que se encargan de limpiar la última morada de sus seres queridos y colocar ofrendas florales, los que llena de color, quienes alientan a los demás a preservar estás tradiciones y no olvidar a sus difuntos.
“A lo mejor el propio panteón debería de dar mantenimiento a estás tumbas que están olvidadas, en el caso de que ya no haya quién lo haga, y si hay personas que tienen bisabuelos o familia más para atrás que se den un tiempo de con ellos”, opinó Carmen García visitante.
Para este primero y dos de noviembre, cada uno de los 11 panteones municipales recibirá sus visitantes durante día y la tarde, aunque no sólo a los vivos, sino también las almas de aquellos que visitan la tierra de los vivos.