Elvira es una voceadora de periódicos de 70 años de edad que se instala día con día en la esquina de la Avenida del Trabajo y Pasajero. Vive con su sobrino quien se desempeña en una tienda de medicinas naturales. Ella se esforzó durante más de 20 años para darle a Eduardo una carrera universitaria y lo logró.
Algunos miembros de su familia, como su hija Claudia quien es contadora pública y su yerno Eduardo, abogado también se dedican a la venta de periódicos de manera alterna a sus profesionales.
Elvira Vicenta es originaria de esta ciudad y desde que tenía 50 años empezó a vender el Periódico el Sol de Salamanca en un puesto en la calle Pasajero, luego cambio de sitio a donde actualmente se localiza, en la Avenida del Trabajo, apenas unos metros adelante.
Dice Elvira que su hermano Benito también se dedica a la venta de periódico en Obregón y Faja de Oro y también de eso se sostiene pasa salir adelante en los gastos.
“Antes trabaja yo en casas y vendía el periódico. Como nada más había puro Sol, tempranito a las cuatro o cinco de la mañana, cuando llegaba la camioneta... córrele a surtir el periódico y a venirme a vender. Ya a la seis de la mañana ya estaba yo aquí, vendiendo y recogía a las nueve y ya terminaba de vender unos 60 a veces 80 periódicos del Sol y vámonos a trabajar (en aseo de casas). Y ahora no, ya ahorita tengo 10 años dedicada nada más a la pura venta...”, dice entusiasta.
Elvira no se casó y sólo tuvo una hija a la que llamó Claudia. A su pareja ya no lo volvió a ver. “Soy madre soltera...a él ya no volví a ver, no supe de él...y ya cuando tuve a mi hija, a sacarla adelante. Vivo con mi sobrino, con el que vivo, el tiene su trabajo es ingeniero químico”.
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A sus 70 años todavía es autosuficiente y aunque su sobrino le ofrece ayuda para que se salga de trabajar ella se niega. “Debo de ocuparme, que yo diga eso tengo que hacer, porque uno de edad avanzada se haca muy atenido, por eso le digo que no, el tiene su estudio y de ahí (de la venta de periódicos) salió para su estudio”.
Aunque antes se instalaba a trabajar desde temprano, ahora empieza a las ocho y media. “Ya no vendo temprano porque esta bien feo. Está solo y mas vale mejor estar un rato más en casa, pero antes empezaba a vender a las seis de la mañana, cuando no estaba así de feo que había gente”, dice.
Elvira Vicenta termina su jornada a las 11:30 o 12:00 horas y se va a su casa a descansar ya con su ganancia del día que le deja unos 60 o 70 pesos para comer, lo cual, dice, es suficiente “para mi sola”.