Entre la angustia y el dolor, así es la vida de una madre buscadora de Salamanca

Alma compartió para El Sol de Salamanca cómo ha sido sobrellevar desde hace seis años la desaparición de su hijo

Oswaldo Durán / El Sol de Salamanca

  · lunes 22 de abril de 2024

Alma compartió para El Sol de Salamanca su vida a seis años de la desaparición de su hijo. Fotos: José Almanza / El Sol de Salamanca

Una muerte en vida, por dejar de comer, disponer de la mayoría del tiempo para hacer trámites burocráticos, para salir al campo hacer las jornadas de búsqueda, todo se convierte en un cúmulo de enfermedades crónicas degenerativas, sin dejar de lado los padecimientos como ansiedad, estrés y depresión, es a lo que se deben enfrentar las madres buscadoras en su día a día.

Al menos el 80% de los familiares de personas desaparecidas han desarrollado afectaciones a su salud.

Alma es una de ellas y desde hace seis años no pierde la esperanza de encontrar a su hijo, a pesar de reconocer que todas estas situaciones han cobrado factura en su salud y en persona.

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Ya no es el mismo ánimo, ya son cinco años, Daryl va cumplir seis años (de desaparecido), ya me siento cansada, ya no aguanto igual que las primeras búsquedas, el primer año como resistía, subía y bajaba cerros, ahora ya no, a la primera me canso, ya quiero encontrar a mi hijo, ya estoy cansada, pero no quiero tirar la toalla, porque a veces me gana eso de tener el pie en el pescuezo del gobierno, es fatal, mejor se va la gente y yo no puedo dejarlas (a las madres del colectivo), ellas confían en mí, yo también confío en ellas que me dieron fuerza para que esto se hiciera posible y para que nos escucharan”, relató en entrevista con El Sol de Salamanca.

Debido a esta situación, Alma recordó con melancolía el tiempo con su hijo, su cumpleaños, que cada 15 de abril lo celebraban juntos, pero desde hace seis perdió esa parte de su vida, que además la ha alejado de su otro hijo.

La falta de esperanza se arraiga en los cuerpos de las madres y padres de personas desaparecidas.

Hoy ando sensible, porque hoy es mi cumpleaños y Daryl siempre este día estaba conmigo, me doblo porque me gana la emoción, pero la fuerza ahí está y sigue, porque derivado de lo mismo, desde que no está Daryl, también empiezo a perder a mi hijo, que no va estar por algún tiempo y porque ya también me ven como peligro para él, su papá se lo lleva, porque dice que conmigo corre peligro, esto es fatal, el día que mi hijo se pierde ese día sentí que entré en otra dimensión y nunca he vuelto a sentir lo de un día antes, desde el primer día que se los llevan así anda uno, el primero de mayo van a ser seis años sin él”.

La angustia, el dolor, la desesperación, la falta de esperanza por no saber sobre el paradero de sus seres queridos se arraiga en los cuerpos de las madres y padres de personas desaparecidas a quienes la impunidad y la ausencia de sus hijos les apagó la existencia, desde el momento en que no supieron más de ellos. El Colectivo Salamanca Unidos Buscando Desaparecidos ha perdido compañeras que lucharon contra el cáncer, sin embargo, la enfermedad ganó, nadie ayudó, nadie apoyo y murieron en medio de la desolación de no saber de sus familiares.

Hemos perdido compañeras por enfermedad, no alcanzaron a encontrar a sus familiares, la primera Tere, Tita de cáncer, a una compañera le acaban de quitar el pecho, a la hija de Juan, también necesitamos ese tipo de ayuda, que nos canalicen, que nos ayuden, porque se nos murieron los dos compañeras porque no tuvimos ayuda o no se actuó a tiempo, en mi caso también he padecido enfermedades, no he podido recuperar peso”.

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De acuerdo con el “Informe sobre afectaciones a la salud de familiares de personas desaparecidas, y la respuesta institucional en México”, al menos el 80% de los familiares de personas desaparecidas en México han desarrollado afectaciones a su salud, tanto físicas como psicológicas, sin dejar de lado, que son segregados por la misma familia al saber sobre la desaparición. Mientras que el 79% desarrolló una enfermedad crónica como cáncer, diabetes o hipertensión a raíz de la pérdida que vivieron. La encuesta también reveló que antes de sufrir la ausencia de sus seres queridos, solo el 23% de los familiares tenía una salud mala.