Fabián Ramírez es un personaje icónico del Tomasa Esteves y el ámbito norteño, que dedicó décadas de su vida a acompañar las penas y glorias de los salmantinos a través de sus acordes, hoy a sus más de 80 años ha colgado el acordeón, su música ha dejado de sonar en los pasillos de la central de abasto, sin embargo, su legado continuará, ya que cedió su preciado instrumento a su nieto, un joven entusiasta que descubrió su gusto por la música gracias a su abuelo, “su querido viejo”.
Quien fuera el acordeonista del Tomasa Esteves, hoy recorre sus pasillos en espera de ser ocupado en algo, sin su compañero de muchos años, ese en el que durante la pandemia le dio la oportunidad de generar un recurso para su hogar, a pesar de de la insistencia de uno de sus hijos de dejar a tras la música y descansar, que él se haría cargo de sus gastos y necesidades. “Aquí anduve tocando y sigo aquí buscando una oportunidad, mi hijo ya no quiere que salga, pero no me siento a gusto arrumbado en casa, en la pandemia yo no le tenía miedo a esa enfermedad, yo he andado en el mercado desde que estaba en la plazoleta, yo vengo desde allá, ya tengo mucho de ser músico, más de 50 años" reveló.
Fabián compartió para El Sol de Salamanca, que la música llegó a él muy joven, recordó que tuvo que consultar con su padre la compra de un instrumento musical, hasta hace un par de semanas animaba con sus canciones los pasillos de esta conocida central de abasto; incluso recordó que las canciones las cobraban a dos pesos, él junto al grupo de músicos con los que por algunos años trabajó, sin embargo, ahora esos momentos han quedado solo en su memoria, así como en los corazones de quienes algún día escucharon alegres o tristes sus melodías.
“El acordeón fue una de mis posesiones más preciadas, mi primer instrumento musical lo compré con el consentimiento de mi padre, ahora ya le pasé mi acordeón a mi nieto, para que él siga con la música, yo vengo al mercado a ver en que me puedo ocupar o que me puedan dar, sigo viniendo porque puedo y quiero seguir trabajando”, comentó.
El ex músico es reconocido por los locatarios, por su peculiar forma de ser, por su sombrero y botas que calza, casi diario se le puede encontrar en algunos de los pasillos de este inmueble, guardará en su historia los acordes de una de sus figuras más emblemáticas y antiguas, pues a lo largo de 50 años del Tomasa Esteves acompañó su evolución comercial, así como la transición que se le precedió del antiguo mercado Hidalgo, que se situó en lo que ahora es la plazoleta.