Durante una década y media, Marcelina López Puebla se ha dedicado a la elaboración y venta gorditas de nata y trigo, oficio en el que encontró una fuente empleo estable para sustentar los gastos de su hogar, a diario la mujer de la tercera edad instala su puesto a un costado del bulevar Morelos, en la colonia San Pedro a unos cuantos pasos del Hospital General de Zona No. 3 del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS).
El sabor y la calidad de su producto, se han posicionado en el gusto de los salmantinos que acuden desde diferentes ubicaciones de la ciudad para adquirirlo, como el cado de Mónica Garza, quien de manera regular a traviesa la ciudad desde el lado oriente a lo largo de más de 3.3 kilómetros para llegar a comprar sus gorditas de nata y trigo, desde la colonia Álamos; “están muy buenas, soy una clienta regular, hoy aproveché que tenía cita en el Seguro y pasé por mis gorditas, pero cada que tengo oportunidad vengo hasta por ellas”.
Por su trabajo, Marcelina es conocida además de los derechohabientes, entre el personal médico y demás empleados y vecinos de la zona, en la que también se ubica una escuela secundaria. “Aquí ya me conocen, los médicos, los trabajadores, gente que va de paso y se paran a comprarme, llegó desde las siete de la mañana, prendó el anafre y comienzo a batir, y aquí me estoy hasta la una y media o dos”, compartió.
Marcelina heredó el oficio de preparar gorditas de su mamá, mismo que enseñó a sus hijos e hijas, gracias al que pudo darles un mejor porvenir e incluso dedicarles más tiempo, pues recordó que su madre le decía que se encontraba esclavizada en su antiguo trabajo; “yo trabajaba en una empresa antes y la que me dijo fue mi mamá que nunca tenía tiempo de nada, que vivía esclavizada, por lo que me enseñé y empecé mi negocio, con el que saque a mis cinco hijos, ahora ya tengo 14 nietos y la que me ayuda es una de mis hijas, que ojalá siga esta pequeña tradición”.
Como en todo negocio, Marcelina reconoció que ha vivido tiempos adversos, principalmente durante la pandemia, pues ante el confinamiento y las restricciones sociales, estuvo a punto de dejar a tras su negocio, pero gracias a su persistencia y el apoyo de su familia salió delante de esta difícil etapa, “si bajaron las ventas, pero no he dejado de venir, aquí he estado al pie del brasero”, recordó.
A pesar de que sus ventas ya se han regularizado, para Marcelina la mejor temporada es la frío, pues su gorditas tienen una mayor demanda para acompañarlas de una bebida caliente, como café o chocolate, sin embargo, con las altas temperaturas, también se pueden acompañar de un vaso de leche fría, para disfrutar de estos panecillos a base de harina de trigo, leche, azúcar y canela.