/ lunes 22 de agosto de 2022

Hacienda de Santa Ana del Conde: su valor histórico y en lo que se ha convertido [FOTOS]

Ahora convertida en el Seminario de los Misioneros de la Natividad de María, fue el lugar donde el general Álvaro Obregón perdió su mano en la batalla del 3 de junio de 1915

León, Guanajuato.- La Hacienda de Santa Ana del Conde, fue marco de una de las batallas más importantes de las Revolución Mexicana; la que fue una extensa propiedad, es ahora en su casco principal, el Seminario de los Misioneros de la Natividad de María, establecidos allí desde 1950.

SU ORIGEN

De acuerdo con el artículo “La Hacienda de Santa Ana del Conde”, de Rodolfo Herrera, escrito para la Revista Tiempos No. 59, que resguarda el Archivo Histórico Municipal de León (AHML), la historia de este lugar se remonta al abril de 1583, cuando el virrey Lorenzo Juárez de Mendoza otorgó una merced de tierra al bachiller Pedro Ruiz Escuderos.

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Como suele suceder en propiedades que se otorgan en los primeros repartimientos después de la conquista, pasan de mano en mano por ventas o herencias en poco tiempo. Para 1792, ya era propiedad del segundo Conde de la Valenciana, Francisco Doroteo de Obregón y de la Barrera, de ahí que su nombre de transforma a Santa Ana del Conde.

No se tiene el dato exacto de cuándo fue adquirida por Juan de Velasco y Palacios, inmigrante vasco, quien la unió a la Hacienda de La Sandía al casarse con María Guerrero. Después de su muerte, en 1908, ambas haciendas pasaron a poder de herederos lejanos que residían en Bilbao.

ESCENARIO DE LA REVOLUCIÓN MEXICANA

En el mismo artículo de Rodolfo Herrera, menciona que en los últimos días de mayo de 1915, se inició una intensa lucha entre las fuerzas de Álvaro Obregón y Pancho Villa, este último quien avanzó hasta apoderarse de las haciendas de Chichimequillas y Nápoles.


“Las fuerzas del general Obregón se replegaron hasta Santa Ana, viendo comprometido ese lugar para su ejército. Era el 2 de junio y Obregón había hecho un reconocimiento, cuando los artilleros villistas arrojaron granadas sobre el grupo donde se encontraba con sus acompañantes estallando una de ellas”, menciona el texto.

Después de esto, los oficiales vieron que le faltaba la mano derecha al general Obregón, quien fue inmediatamente llevado a un lugar seguro para hacerle las primeras curaciones y amputarle el brazo el 3 de junio de 1915.


Durante un recorrido por el lugar, el padre Jesús Díaz, mejor conocido como “Chuyín”, e integrante de la congregación de los Misioneros de la Natividad de María contó que en su estadía, Obregón añadió fortines en varios puntos para las batallas con el general Felipe Ángeles.


“Uno de los vestigios de la Revolución es que dentro de los cañonazos que Felipe Ángeles le mandaba a Álvaro obregón uno de ellos pegó en la torre de la hacienda, donde aún se alcanza a notar”, señaló el padre Chuyín.

SE CONVIERTE EN SEMINARIO

De acuerdo a la información del padre Chuyín, la comunidad de Santa Ana del Conde se compone de los ejidos: Benito Juárez, Álvaro Obregón y Miguel Hidalgo.

Vicente Echarri Gil, fue el padre español fundador de esta congregación, quien en su país enfermó en los tiempos de la persecución religiosa en México, por lo que varios sacerdotes y seminaristas se fueron a España.


“Algunos se hospedaron en la casa del padre, él tenía tuberculosis y los seminaristas le platicaron de la Virgen de Guadalupe, por lo que prometió que si se aliviaba venía de misionero a México y así fue”, agregó.

Llegó primero al estado de Hidalgo, donde conoce al entonces arzobispo y a una religiosa que cuidaba a los niños huérfanos a consecuencia de la persecución religiosa y quien le propone encargarse de ellos porque estaban creciendo y no podían estar en el convento.


“Se movieron a San Luis Potosí a la Hacienda La Ventilla, donde recibe la invitación de venir al Seminario Diocesano en León, pero él quería un lugar apartado de la ciudad y se viene aquí a la Hacienda de Santa Ana del Conde”, contó.

MITOS Y LEYENDAS

Cuando los padres llegaron a la Hacienda de Santa Ana del Conde, todo estaba muy descuidado pues se hablaba de tesoros escondidos y como la casa estuvo deshabitada mucho tiempo, la gente de la comunidad se metía a escarbar.

“Se cuenta también que de aquí salían túneles para escaparse, yo no lo creo porque todo el pueblo es pura piedra y con los medios de aquel tiempo no creo que pudieran salir hasta el cerro. Sin embargo, sí hay vestigios de que se hizo la lucha de hacerlos”, dijo mientras mostraba un ejemplo de esto localizado en el casco principal de lo que fue la casa grande.

Otra de las leyendas habla sobre el dinero enterrado en la hacienda que los españoles dejaron antes de irse, por lo que uno de los sacerdotes llevó a un brujo de Catemato para que le dijera donde estaban los tesoros.


“El brujo decía que había tres aposentos: alhajas, vestiduras de aquel tiempo y dinero, pero se escarbó el medio metro que decía el brujo y no salió nada, lo que sí es cierto es que la pala con la que se escarbaba se iba y ya no volvieron a tocar”, contó el padre.

FOMADORES DE SACERDOTES

Actualmente el padre Ramón Mernacio, es el rector del Seminario de los Misioneros de la Natividad de María, quien tiene a su cargo la formación de 40 futuros sacerdotes.

Los seminaristas estudian ahí tres años de preparatoria y tres más en la Facultad de Filosofía; luego se trasladan a otro seminario ubicado fuera de la comunidad para estudiar durante cuatro años Teología, lugar donde se encuentra también el Santuario de María Niña, patrona del seminario.

En la construcción nueva que los padres han añadido a la antigua hacienda, se encuentran la biblioteca y el auditorio donde se presentan obras de teatro, la estudiantina, coros y los eventos de celebración con la comunidad o los familiares de los seminaristas.

El mantenimiento y adecuaciones del lugar se logran con la ayuda de bienhechores y cada uno de los estudiantes paga una cuota que sirve para su alimentación, ya que los estudios son gratuitos, así como los servicios docentes de los 15 padres que trabajan y viven ahí.


El granero de la hacienda se adaptó como capilla para los seminaristas y una más para los habitantes de la localidad donde veneran a Santa Ana, la patrona del pueblo con María Niña en brazos.


ABIERTO AL PÚBLICO

La gente puede entrar al lugar sin restricción, incluso si lo solicitan alguien los puede acompañar en el recorrido para contarles de la historia y de su labor como seminario.

León, Guanajuato.- La Hacienda de Santa Ana del Conde, fue marco de una de las batallas más importantes de las Revolución Mexicana; la que fue una extensa propiedad, es ahora en su casco principal, el Seminario de los Misioneros de la Natividad de María, establecidos allí desde 1950.

SU ORIGEN

De acuerdo con el artículo “La Hacienda de Santa Ana del Conde”, de Rodolfo Herrera, escrito para la Revista Tiempos No. 59, que resguarda el Archivo Histórico Municipal de León (AHML), la historia de este lugar se remonta al abril de 1583, cuando el virrey Lorenzo Juárez de Mendoza otorgó una merced de tierra al bachiller Pedro Ruiz Escuderos.

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Como suele suceder en propiedades que se otorgan en los primeros repartimientos después de la conquista, pasan de mano en mano por ventas o herencias en poco tiempo. Para 1792, ya era propiedad del segundo Conde de la Valenciana, Francisco Doroteo de Obregón y de la Barrera, de ahí que su nombre de transforma a Santa Ana del Conde.

No se tiene el dato exacto de cuándo fue adquirida por Juan de Velasco y Palacios, inmigrante vasco, quien la unió a la Hacienda de La Sandía al casarse con María Guerrero. Después de su muerte, en 1908, ambas haciendas pasaron a poder de herederos lejanos que residían en Bilbao.

ESCENARIO DE LA REVOLUCIÓN MEXICANA

En el mismo artículo de Rodolfo Herrera, menciona que en los últimos días de mayo de 1915, se inició una intensa lucha entre las fuerzas de Álvaro Obregón y Pancho Villa, este último quien avanzó hasta apoderarse de las haciendas de Chichimequillas y Nápoles.


“Las fuerzas del general Obregón se replegaron hasta Santa Ana, viendo comprometido ese lugar para su ejército. Era el 2 de junio y Obregón había hecho un reconocimiento, cuando los artilleros villistas arrojaron granadas sobre el grupo donde se encontraba con sus acompañantes estallando una de ellas”, menciona el texto.

Después de esto, los oficiales vieron que le faltaba la mano derecha al general Obregón, quien fue inmediatamente llevado a un lugar seguro para hacerle las primeras curaciones y amputarle el brazo el 3 de junio de 1915.


Durante un recorrido por el lugar, el padre Jesús Díaz, mejor conocido como “Chuyín”, e integrante de la congregación de los Misioneros de la Natividad de María contó que en su estadía, Obregón añadió fortines en varios puntos para las batallas con el general Felipe Ángeles.


“Uno de los vestigios de la Revolución es que dentro de los cañonazos que Felipe Ángeles le mandaba a Álvaro obregón uno de ellos pegó en la torre de la hacienda, donde aún se alcanza a notar”, señaló el padre Chuyín.

SE CONVIERTE EN SEMINARIO

De acuerdo a la información del padre Chuyín, la comunidad de Santa Ana del Conde se compone de los ejidos: Benito Juárez, Álvaro Obregón y Miguel Hidalgo.

Vicente Echarri Gil, fue el padre español fundador de esta congregación, quien en su país enfermó en los tiempos de la persecución religiosa en México, por lo que varios sacerdotes y seminaristas se fueron a España.


“Algunos se hospedaron en la casa del padre, él tenía tuberculosis y los seminaristas le platicaron de la Virgen de Guadalupe, por lo que prometió que si se aliviaba venía de misionero a México y así fue”, agregó.

Llegó primero al estado de Hidalgo, donde conoce al entonces arzobispo y a una religiosa que cuidaba a los niños huérfanos a consecuencia de la persecución religiosa y quien le propone encargarse de ellos porque estaban creciendo y no podían estar en el convento.


“Se movieron a San Luis Potosí a la Hacienda La Ventilla, donde recibe la invitación de venir al Seminario Diocesano en León, pero él quería un lugar apartado de la ciudad y se viene aquí a la Hacienda de Santa Ana del Conde”, contó.

MITOS Y LEYENDAS

Cuando los padres llegaron a la Hacienda de Santa Ana del Conde, todo estaba muy descuidado pues se hablaba de tesoros escondidos y como la casa estuvo deshabitada mucho tiempo, la gente de la comunidad se metía a escarbar.

“Se cuenta también que de aquí salían túneles para escaparse, yo no lo creo porque todo el pueblo es pura piedra y con los medios de aquel tiempo no creo que pudieran salir hasta el cerro. Sin embargo, sí hay vestigios de que se hizo la lucha de hacerlos”, dijo mientras mostraba un ejemplo de esto localizado en el casco principal de lo que fue la casa grande.

Otra de las leyendas habla sobre el dinero enterrado en la hacienda que los españoles dejaron antes de irse, por lo que uno de los sacerdotes llevó a un brujo de Catemato para que le dijera donde estaban los tesoros.


“El brujo decía que había tres aposentos: alhajas, vestiduras de aquel tiempo y dinero, pero se escarbó el medio metro que decía el brujo y no salió nada, lo que sí es cierto es que la pala con la que se escarbaba se iba y ya no volvieron a tocar”, contó el padre.

FOMADORES DE SACERDOTES

Actualmente el padre Ramón Mernacio, es el rector del Seminario de los Misioneros de la Natividad de María, quien tiene a su cargo la formación de 40 futuros sacerdotes.

Los seminaristas estudian ahí tres años de preparatoria y tres más en la Facultad de Filosofía; luego se trasladan a otro seminario ubicado fuera de la comunidad para estudiar durante cuatro años Teología, lugar donde se encuentra también el Santuario de María Niña, patrona del seminario.

En la construcción nueva que los padres han añadido a la antigua hacienda, se encuentran la biblioteca y el auditorio donde se presentan obras de teatro, la estudiantina, coros y los eventos de celebración con la comunidad o los familiares de los seminaristas.

El mantenimiento y adecuaciones del lugar se logran con la ayuda de bienhechores y cada uno de los estudiantes paga una cuota que sirve para su alimentación, ya que los estudios son gratuitos, así como los servicios docentes de los 15 padres que trabajan y viven ahí.


El granero de la hacienda se adaptó como capilla para los seminaristas y una más para los habitantes de la localidad donde veneran a Santa Ana, la patrona del pueblo con María Niña en brazos.


ABIERTO AL PÚBLICO

La gente puede entrar al lugar sin restricción, incluso si lo solicitan alguien los puede acompañar en el recorrido para contarles de la historia y de su labor como seminario.

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