El próximo 20 de noviembre, se conmemora un aniversario más de la Revolución Mexicana, hecho que marcó un antes y después en la vida política y social de nuestro país.
Sin embargo, al igual que en la independencia de México, Salamanca tuvo una participación muy destacada de la mano de salmantinos como Matilde Alfaro, un revolucionario que luchó con las fuerzas villistas para poner fin al gobierno en turno y regresar a los campesinos los terrenos que se les habían arrebatado injustamente, estos actos lo llevaron a convertirse en la inspiración de futuros corridos, que describen sus hazañas, aprehensión y muerte.
Después de que Francisco Villa abandonara el estado rumbo al norte, Matilde Alfaro, quien discrepaba con las decisiones políticas locales, mantuvo viva la causa revolucionaria en la región, enfrentando a destacados militares que apoyaban al régimen.
Uno de los episodios más conocidos de Alfaro fue su enfrentamiento cuerpo a cuerpo contra el teniente David Peñaflor, un egresado del Colegio Militar. La confrontación, que se compara con una pelea de “gallitos de pelea”, fue inmortalizada en un corrido que relata cómo ambos se enfrentaron armados con navajas curvas, mostrando tanto fuerza física como habilidad estratégica. Pese a la destreza de Peñaflor, quien dominaba el uso de armas y la defensa personal, Alfaro, con su origen sencillo, lo derrotó, ganando fama y dejando un legado de valentía y estrategia en combate.
Tras la promulgación de la Constitución de 1917, Matilde Alfaro decidió abandonar la lucha y se convirtió en un pacifista. Sin embargo, su retiro no estuvo libre de traiciones; su propio compadre lo vendió, acusándolo de un desorden en el pueblo que había generado conflictos. A pesar de que Alfaro había recibido el indulto, la acusación lo condenaba a una sentencia de fusilamiento en caso de reincidencia. Esa traición fue el inicio de su trágico final.
De acuerdo con lo relatado por el cronista de la ciudad, Jaime Gerardo Martínez Razo, la captura de Matilde Alfaro ocurrió de madrugada, cuando fue sacado de su hogar. A pesar de estar herido, logró montar su fiel caballo e intentó escapar. Sin embargo, el animal fue herido en la persecución, y ambos fueron finalmente alcanzados por los soldados. Alfaro tuvo una oportunidad de huir mientras sus perseguidores avanzaban, pero decidió quedarse con su caballo moribundo, su compañero de toda la vida. En un acto de profundo vínculo y lealtad, permaneció junto al animal hasta el final, incluso mientras los soldados lo atacaban con bayonetas, terminando con su vida sin darle tiempo de defenderse.
Matilde Alfaro fue velado en el mesón y posteriormente sepultado en el panteón de San Pedro. Décadas después, en la limpieza del cementerio en la década de 1960, sus restos no fueron reclamados, ya que las familias de descendientes temían represalias por su relación con un revolucionario. Sin embargo, en el último adiós, una esposa, una hija y su hermana se despidieron de él, quedando una foto postmortem como testigo de su vida.
Matilde Alfaro nació en el antiguo rancho de Ramos, hoy conocido como Los Hernández, en el año de 1879, fue hijo de Lorenzo Alfaro y de Francisca Rangel; su esposa fue Timotea Núñez Veloz y de su matrimonio nacieron un varón y cuatro mujeres: Luis, Juana, Benita, Timotea y Cirila.
Las hazañas, aprehensión y fusilamiento de Matilde Alfaro, quedaron inmortalizados en el corrido dedicado a su memoria e interpretado por los Hermanos Banda.