A lo largo de su historia, en Salamanca han surgido una gran gama de leyendas de esa parte mística, misteriosa y mágica que preserva una ciudad encantada en pleno siglo XXI; un acervo que no en cualquier pueblo se encuentra, como la historia de las “Misas Macabras”, una leyenda que nació en el Santuario de la Virgen de Guadalupe.
En torno a esta leyenda, el cronista Jaime Gerardo Martínez Razo estableció que, como es bien sabido en Salamanca desde el 1 de enero hasta el 31 de diciembre, usualmente se tienen actividades religiosas, “todos los salmantinos tenemos esas actividades de estar visitando parroquias, capillas, templos, para dar gracias o incluso pedir algún favor por algo que a lo mejor estemos necesitando”.
Había una señora de nombre María que vivía en la calle de las Carreras, precisamente esta señora había caído en aquella noche por el mes de septiembre u octubre muy rendida en el interior de su casa, en su habitación apenas sintió estar ya cómoda en su cama y se quedó dormida.
De pronto, mientras estaba dormida, empezó a escuchar las campanas del Santuario de la Virgen de Guadalupe. María, en lo profundo de su sueño, se despertó, se colocó sus sandalias y echó su reboso encima, y finalmente se puso en camino. Al llegar a la iglesia, vio sus puertas abiertas, pero no le dio importancia.
Ahí ya había gente, mujeres con su rebozo haciendo oración, los varones de rodillas y la iglesia iluminada a través de unas cuantas velas. Doña María comenzó a seguir la sagrada misa del sacerdote, quien estaba ofreciendo la misa en latín.
Todo iba bien hasta que se acercó un hombre que parecía ser el sacristán, y le dijo “señora antes de que sea demasiado tarde retírese de este lugar”. A pesar de la insistencia, María no hizo caso.
Finalmente, el hombre le dijo: “no se ha dado cuenta usted señora, que esta misa no es para usted... son personas que ya murieron, váyase de aquí”. María, incrédula, empezó a mirar a su alrededor y al llegar casi al altar, notó que el sacerdote era un esqueleto. Gritó y salió corriendo de la iglesia.
Cuenta la leyenda que al poco tiempo esta señora murió de susto. Desde entonces, a medianoche o durante la madrugada pueden escucharse las llamadas a misa que provienen del Santuario. “Los que vivimos en esta ciudad es parte de nuestro día a día... hemos escuchado y no solamente en la iglesia del Santuario de Guadalupe”, concluyó.