La elaboración de nieve artesanal es una tradición que ha pasado en generación en generación por más de un siglo en la familia Luna Martínez, misma que tuvo sus inicios en el Zangarro, Guanajuato; sin embargo, el destino los condujo a Irapuato y desde hace 56 años a Salamanca, por lo que su tercera generación son considerados salmantinos de corazón, quienes han deleitado paladares de personas y personalidades de este y otros estados de la República.
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A pesar de que existen registros, que indican que este postre se preparaba en China desde el siglo XII y parte de Europa en el siglo XVII, fue hasta la década de 1880, que se registró la patente del primer refrigerador que funcionaba con gas de amoniaco lo que paulatinamente creo un nicho de mercado para los alimentos refrigerados, en los que también se incluyó el helado, hasta que debido a su demanda su producción se industrializó, utilizando actualmente una base de nieve, a la cual sólo se tiene que batir y agregar saborizante artificial, proceso utilizado por grandes cadenas y la mayoría de heladerías.
A diferencia de ello, la familia Luna Martínez utiliza insumos que son 100% naturales, así como que el proceso para elaborar un bote de nieve tarda hasta una hora y media.
“Lo que ocupamos actualmente, lo ocupaban nuestros abuelos, es una materia prima sencilla, pero el toque está la mano del artesano, se ocupa hielo y la sal para enfriar, pero para preparar, el azúcar, leche, fruta, crema y agua; eso es todo lo que lleva la nieve tradicional, un bote se prepara en promedio en hora y media, media hora preparando y una hora elaborando la para que esté lista para salir a vender, aquí cada quien hace alrededor de tres o cuatro botes al día”, compartió Juan Martínez.
Los sabores que preparan a diario son fresa, vainilla, zapote, piña, nuez, mamey, chocolate, mango, así como de algunas otras frutas de temporada, sin embargo, la que se elabora diariamente y tiene mayor demanda durante la temporada de calor es la de limón.
Juan junto a sus hermanos, tres varones y una mujer, aprendieron este arte y oficio de sus padres, quienes a su vez aprendieron de los suyos, lo que les permitió abrir las puertas de su taller en donde elaboran su producto desde hace ya algunas décadas; al ser la tercera generación de neveros provenientes del Zangarro, Guanajuato, en donde sus familiares incursionaron en este negocio al vender nieve para fiestas patronales y eventos como bodas o XV años.
“Mi abuelo era del Zangarro allá en Guanajuato, nosotros (la tercera generación), ya somos de Irapuato, pero ya tenemos en Salamanca más de 56 años viviendo; en este oficio tengo 45 años, es una tradición que viene desde mi abuelo quién empezó esta bonita tradición haciendo nieve para fiestas patronales y las fiestas que hacían en el pueblo”, refirió.
La nieve elaborada artesanalmente, se puede degustarse a las afueras de parroquias, escuelas, centros de trabajo e incluso mercados; en el caso particular de los productos de la familia Luna Martínez es demandada de otros municipios como León, Celaya, Irapuato y Guanajuato.