SALAMANCA, Gto.- Santiago Raya Aguilar, de oficio zapatero lucha por no ver cerrado su negocio que permaneció dos meses inactivo luego de la pandemia de COVID-19. Sus ingresos cayeron drásticamente hasta el 30% y apenas empieza a reponerse del descalabro económico.
La fabricación y reparación de calzado ha sido un oficio valorado y en ocasiones incluso ha alcanzado la categoría de arte por la creatividad y diseños de sus fabricantes.
Este negocio, ahora ubicado en la céntrica calle Abasolo fue iniciado por el finado Raúl Raya Nieto hace unos 30 años y por tradición lo siguió el hijo de este Santiago Raya Aguilar, quien lamenta que la demanda de servicios haya bajado drásticamente.
Esperamos que pronto haya una buena recuperación, ya que actualmente la gente no sale por miedo a la pandemia.
Raya Aguilar.
Se cree que el oficio de zapatero nació hace unos quince mil años y el que se considera como el zapato de cuero más antiguo de la historia tiene unos cinco mil 500. Este objeto arqueológico fue encontrado en Armenia. Se trata del diseño de una pieza de cuero vacuno con cordones..
La actividad de reparar calzado seguramente va en paralelo a las primeras creaciones de calzado y se ha convertido a través de los tiempos en una actividad importante.
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La actividad en los talleres de reparación de calzado “bajó bastantísimo. Ya ve que cerramos dos meses, yo cerré junio y julio. Manteníamos sólo la cortina bajada, pero trabajando adentro. Pero de que está la situación crítica, esta crítica”.
Santiago Raya sostiene que los ingresos bajaron en las primeras semanas luego del coronavirus, en un 70% y después registraron una mejoría subiendo a sólo el 50.
Pese a que se atraviesa por una situación económica complicada, los pagos como renta y empleados le complican el sostenimientos del taller. “En la renta, ora sí que no me perdonaron nada. No me condonaron ni un centavo”, dijo.
Afortunadamente, aunque en algunas latitudes este oficio está casi en extinción, en el caso del taller de Santiago Raya no es así ya que “viene bastante gente, ya que prefieren arreglar sus zapatos en vez de comprar nuevos...”.
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Para subsistir en medio de esta crisis económica, ahora cobra un anticipó e incluso en casos específicos pide que le dejen pagado el trabajo ya que “hay mucha gente que trae los zapatos y ya no regresan por el”.
De acuerdo a datos arqueológicos sobre esta actividad en tiempos muy antiguos, hace unos 15.000 el hombre de las cavernas comenzó a proteger sus pies al amarrar piel con una especie de cordel alrededor de los mismos.