Sin importar la segregación social que enfrentan las personas en rehabilitación por consumo de sustancias, algunas de ellas trabajan a diario en sus grupos y así volver a reintegrarse activamente a la sociedad a través de un empleo.
Pedro Zúñiga es uno de los internos de un centro de rehabilitación que está trabajando para regenerarse. En entrevista con El Sol de Salamanca, compartió su historia y como después de 12 años de consumo, hoy con 18 meses de sobriedad y tras la etapa de residencia en su proceso de desintoxicación, reconoce aún no es tiempo de volver con su familia a su ciudad natal de Irapuato, pues más allá de la ansiedad, es consciente de la ayuda que requieren las demás personas que como él buscan rehabilitarse a través del grupo "Amor y Liberación".
“Yo ingresé por drogadicción, más que nada por metanfetaminas, tuve que hacer un proceso de seis meses aquí con el padrino en el grupo de ‘Amor y Liberación’, llegué como todos los casos, renuente, pero salgo y decido quedarme en la agrupación, somos un grupo que a su vez tiene muchos grupos en Irapuato, ahí está mi hermano, ahí están mis cuñados, hasta hoy ya tengo un añito y medio de que salí, entonces me gustó este porque yo estaba en agrupaciones anteriores y la verdad sí eran un poco más fuertes, esta agrupación me ha brindado mucha literatura, ha abierto más mi mente y me sentía a gusto, entonces por eso que decido quedarme aquí”, compartió.
Para Pedro Zúñiga, el volver a retomar aspectos básicos de una vida cotidiana ha sido todo un reto, debido al shock emocional que produce en una persona en recuperación, como poder salir de nuevo a las calles, encontrarse con su familia e intentar retomar un rol activo en la sociedad.
“Me sentí ansioso, pero para esos son mis juntas a diario, para eso está mi padrino, para guiarme, pues es un proceso por etapas, poco a poco me he sentido más a gusto, a ver la vida diferente, sin alcohol, sin droga, empiezo nuevamente a hablar con mi familia, ellos me motivan y veo el centro como mi casa, como una nueva oportunidad de vida; a los 15 años empecé a consumir cristal, duré 12 años en una vida muy dura en la calle, pero gracias a Dios llegue a una ‘Casa de Vida’, donde se me da una nueva oportunidad”, explicó.
En cuanto al apoyo que ahora presta para el centro de rehabilitación en el que pudo recuperarse, Pedro Zúñiga compartió su experiencia de vida, con personas que recién comienzan este camino de alejarse de una sustancia, una actividad que le es muy satisfactoria.
“Es muy satisfactorio saber que tienes la oportunidad de ayudar a más personas a las que la sociedad tacha como lo peor, entonces, el saber que tú puedes inculcarle a un compañero que estuviste igual, motivarlo y regresar la dádiva es muy satisfactorio, platicar con ellos, escucharlos para que se puedan desahogar, para que sus vidas puedan dar un giro, si se puede, nosotros tenemos la decisión, no es fácil, pero no es imposible”.
A pesar de tener casi dos años de haber salido de su proceso, Pedro Zúñiga considera que aún no es tiempo de regresar al lado de su familia, pues desea seguir ayudando a su padrino y compañeros a salir adelante, juntos paso a paso, como a él en su momento lo ayudaron.
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“Ahorita no es tiempo de estar con mi familia, yo estoy por mi propia voluntad aquí, me da gusto lograr algo por mí mismo, tener un trabajo, a ellos los voy a ver una vez cada mes y me regreso, porque quiero seguir saliendo adelante y ayudar a mis compañeros a salir adelante”, concluyó.