/ martes 29 de septiembre de 2020

Sepultan a dos de los fallecidos en la Cabaña del Toro

La misa de cuerpo presente en la parroquia San Nicolás de Tolentino

Jaral del Progreso .- La oscura carroza de la funeraria “Juan Pablo Segundo” abrió el cortejo fúnebre luego de la misa de cuerpo presente, rumbo al Panteón Municipal, a la salida de la ciudad. Un centenar de familiares y amigos de Juan Pablo lo acompañaron a su última morada.

La familia al frente caminaba despacio y llorosa, la mayoría vestidos de negro y unidades con coronas fúnebres con la banda blanca cruzada y el apellido de la reconocida familia.

Atrás, en la misma parroquia San Nicolás Tolentino queda, en una nueva misa, el cuerpo de Marco, ambos acribillados en la ejecución masiva el pasado sábado por la noche en el botanero La Cabaña del Toro.

Rumoran los avecindados en la zona centro y testigos de la misa de cuerpo presente que los hechos sangrientos ocurrieron no por la madrugada, sino a las once y media de la noche. Momento preciso en que se escucharon las fuertes ráfagas de armas de alto poder, con resonancia a varios kilómetros a la redonda.

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Con cielo nublado y pasadas las diez de la mañana de este martes el servicio funerario de Marco ingresaba a la parroquia de San Nicolás de Tolentino para iniciarse los servicios religiosos. Mientras el cuerpo de Juan Pablo avanzaba sobre la calle Juan de Dios Peza con destino al mausoleo familiar.

El cortejo de muchos jaralenses que conocían a Juan Pablo y a su padre, reconocidos en la sociedad por ser emprendedores exitosos, avanza en silencio mientras en la avenida, los comensales en los locales de alimentos voltean discretos para ver la avanzada mortuoria.

Desde el templo, recorrido unos tres kilómetros hasta el Panteón Municipal, no se escuchan murmullos, sólo se ven las figuras de familiares de negro sollozantes, sostenidos por alguien más para no desfallecer.

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Cerca de las once y veinte de la mañana la carroza del servicio brinca el bache del acceso al camposanto y se enfila hacia la capilla al fondo, haciendo una parada en el camino a un costado del mausoleo familiar, que ya esta siendo habilitado por un par de trabajadores de la construcción.

Bajo la techumbre de la sencilla capilla y sobre una plancha de mampostería se coloca el ataúd color caoba a los pies de un cristo.

Los dolientes se acomodan en derredor y comienza la letanía mientras padres y familiares de Juan Pablo se arremolinan cerca del féretro.

Al terminar los rezos el principal de la familia se pone a la cabecera del ataúd y agradece la presencia de los acompañantes mientras se escuchan llantos del duelo.

Ya está listo el mausoleo, aun sin ocupar, con varias gavetas interiores para los servicios de la familia,


En retroceso, la carroza se devuelve y a unos metros del acceso hace la parada para depositar por fin el reluciente féretro en el espacioso reciento.

Muy atrás, sobre la misma calle Juan de Dios Peza viene ya la carroza de la funeraria Garcidueñas con el cuerpo de Marco, quien ocupará un espacio en el mismo camposanto.

Con un cortejo más discreto y sencillo la carroza avanza lenta mientras los amigos y familiares van orando en voz baja.

En las calles del primer cuadro la escasa gente se ve desconfiada y temerosa. Quienes se atreven a hablar sostienen que ya es difícil vivir aquí.

Algunos comercios han dejado de abrir hasta tarde. Este lunes la mayoría en la zona centro cerró a las cinco de la tarde y ya más noche casi no había vecinos en las calles. La ciudad se notó desolada y aun este martes permanecen con miedo.

En el Marcado Municipal Miguel Hidalgo, a unos metros de la parroquia la movilidad comercial es escasa y el aforo de gente bajo.

Los comerciantes lamentan las muertes en este suceso inusual para lo que antes era una tranquila ciudad y aunque continúan laborando, afirman tener temor.

Jaral del Progreso .- La oscura carroza de la funeraria “Juan Pablo Segundo” abrió el cortejo fúnebre luego de la misa de cuerpo presente, rumbo al Panteón Municipal, a la salida de la ciudad. Un centenar de familiares y amigos de Juan Pablo lo acompañaron a su última morada.

La familia al frente caminaba despacio y llorosa, la mayoría vestidos de negro y unidades con coronas fúnebres con la banda blanca cruzada y el apellido de la reconocida familia.

Atrás, en la misma parroquia San Nicolás Tolentino queda, en una nueva misa, el cuerpo de Marco, ambos acribillados en la ejecución masiva el pasado sábado por la noche en el botanero La Cabaña del Toro.

Rumoran los avecindados en la zona centro y testigos de la misa de cuerpo presente que los hechos sangrientos ocurrieron no por la madrugada, sino a las once y media de la noche. Momento preciso en que se escucharon las fuertes ráfagas de armas de alto poder, con resonancia a varios kilómetros a la redonda.

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Con cielo nublado y pasadas las diez de la mañana de este martes el servicio funerario de Marco ingresaba a la parroquia de San Nicolás de Tolentino para iniciarse los servicios religiosos. Mientras el cuerpo de Juan Pablo avanzaba sobre la calle Juan de Dios Peza con destino al mausoleo familiar.

El cortejo de muchos jaralenses que conocían a Juan Pablo y a su padre, reconocidos en la sociedad por ser emprendedores exitosos, avanza en silencio mientras en la avenida, los comensales en los locales de alimentos voltean discretos para ver la avanzada mortuoria.

Desde el templo, recorrido unos tres kilómetros hasta el Panteón Municipal, no se escuchan murmullos, sólo se ven las figuras de familiares de negro sollozantes, sostenidos por alguien más para no desfallecer.

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Cerca de las once y veinte de la mañana la carroza del servicio brinca el bache del acceso al camposanto y se enfila hacia la capilla al fondo, haciendo una parada en el camino a un costado del mausoleo familiar, que ya esta siendo habilitado por un par de trabajadores de la construcción.

Bajo la techumbre de la sencilla capilla y sobre una plancha de mampostería se coloca el ataúd color caoba a los pies de un cristo.

Los dolientes se acomodan en derredor y comienza la letanía mientras padres y familiares de Juan Pablo se arremolinan cerca del féretro.

Al terminar los rezos el principal de la familia se pone a la cabecera del ataúd y agradece la presencia de los acompañantes mientras se escuchan llantos del duelo.

Ya está listo el mausoleo, aun sin ocupar, con varias gavetas interiores para los servicios de la familia,


En retroceso, la carroza se devuelve y a unos metros del acceso hace la parada para depositar por fin el reluciente féretro en el espacioso reciento.

Muy atrás, sobre la misma calle Juan de Dios Peza viene ya la carroza de la funeraria Garcidueñas con el cuerpo de Marco, quien ocupará un espacio en el mismo camposanto.

Con un cortejo más discreto y sencillo la carroza avanza lenta mientras los amigos y familiares van orando en voz baja.

En las calles del primer cuadro la escasa gente se ve desconfiada y temerosa. Quienes se atreven a hablar sostienen que ya es difícil vivir aquí.

Algunos comercios han dejado de abrir hasta tarde. Este lunes la mayoría en la zona centro cerró a las cinco de la tarde y ya más noche casi no había vecinos en las calles. La ciudad se notó desolada y aun este martes permanecen con miedo.

En el Marcado Municipal Miguel Hidalgo, a unos metros de la parroquia la movilidad comercial es escasa y el aforo de gente bajo.

Los comerciantes lamentan las muertes en este suceso inusual para lo que antes era una tranquila ciudad y aunque continúan laborando, afirman tener temor.

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