Juan José Rodríguez Chávez Cronista de la ciudad platicó que dentro la historia del templo de San Agustín, en el cual presenta un daño histórico, ocasionado por una bala de cañón durante la guerra de Independencia en 1811 tras la persecución y aprehensión del insurgente salmantino Albino García.
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Con fecha del 26 de mayo de 1615, se llevó a cabo la fundación del recinto conventual, en el municipio de Salamanca, por el P. Fray Juan de San Nicolás, en el que predomina el estilo de arte barroco.
El Cronista de la Ciidad Juan José Rodríguez Chavez, comentó que dentro de la historia del templo de San Agustín, se encuentra el daño que se presentó en el friso de la entrada del templo, el cual se llevó a cabo por la persecución del insurgente salmantino Albino García Ramos
“La bala de cañón fue lanzada en el mes de Junio de 1811, la cual iba dirigida por la persecución y aprehensión del jinete e insurgente salmantino Albino García Ramos, por parte de las fuerzas realistas militares españolas, lo seguían desde la antigua congregación de Irapuato y al llegar a Salamanca, entra a la antigua calle principal, y al ver la puerta de San Agustín abierta y a caballo, quien entra al claustro menor de San Agustín en donde los frailes le brindaron refugio ante su persecución”, explicó.
Al haberle comentado la persecución los frailes agustinos y brindarle la seguridad que pedía, llevaron al insurgente salmantino y su caballo por los túneles sur hasta llegar al cerro sur de la comunidad de Palo Blanco.
En palabras del Cronista de la Ciudad, manifestó que “Las fuerzas reales españolas, tocaron el aldabón y al no recibir respuesta colocaron uno de sus cañones a mitad del jardín, con la intención y destruir el portón del templo, y al momento de accionar el cañón, la boca del mismo se movió cuatro centímetros, lo que equiparó un metro lineal por cada centímetro, y pegó en la parte del friso quedó el hueco del cañón de una profundidad de 19 centímetros.
Ante lo ocasionado por las fuerzas realistas, pidieron pidieron perdón y absolución por sus pecados a los más de diez frailes que se encontraban en ese momento dentro del claustro menor, al cometer ese error.
Posteriormente es fusilado y decapitado en el municipio de Celaya por parte de Agustín de Iturbide, quien toma su caballo para posteriormente hacer su entrada triunfal como emperador del ejército trigarante en la ciudad de México.