Desde hace más de cinco décadas, el mercado Tomasa Esteves ha sido más que un centro de comercio: es el hogar y legado de generaciones de comerciantes, un rincón donde cada puesto guarda historias de trabajo, familia y comunidad.
Inaugurado en 1972, el mercado se convirtió en el punto de reunión de los vendedores que, liderados por Santiago Cornejo Arredondo, abandonaron sus antiguos locales en la calle Hidalgo para dar vida a un nuevo espacio, aunque no sin cierta resistencia.
"No querían venirse", recuerda Santiago Cornejo Rangel, hijo y actual encargado del gremio de Comerciantes.
"Al principio, no querían moverse, pero mi padre insistió y poco a poco lograron establecerse en este espacio, que con el tiempo se convirtió en un símbolo de la comunidad".
Entre esos pioneros, aún quedan dos o tres comerciantes que han sido testigos de los cambios y retos del mercado.
“Recuerdo que aquí no se podía ni caminar, el mercado estaba lleno de clientes que venían de todas partes. Era una algarabía constante, con los gritos de los carniceros, el bullicio de la gente y el ir y venir de mercancías", dijo Santiago.
Aquella explanada que alguna vez adornó el mercado, un espacio para fiestas y celebraciones, fue vendida por una administración pasada. Hoy, el mercado enfrenta el desafío de la competencia con centros comerciales y la inseguridad, que han reducido drásticamente la cantidad de visitantes.
Por su parte, Don Amador Camacho, otro comerciante legendario, compartió ese sentimiento.
"El comercio es algo que se lleva en la sangre, es un trabajo gratificante, atender a la gente, escuchar a los clientes, eso se mete en la piel. Yo ya tengo a mi hijo encargado del negocio, pero sigo viniendo porque necesito saludar a mis clientes, sentirme en casa", dijo.
Lugar con esencia
A pesar de los desafíos, el mercado Tomasa Esteves mantiene su esencia, aunque no sin dificultades.
"Las láminas del techo son las mismas desde hace 53 años, el cableado tiene 30 años y los baños no han recibido más que una remodelación parcial hace unos años. No podemos pelear con los permisos que afectan la entrada del mercado, ni con la falta de apoyo de las autoridades, pero seguimos aquí", añadió Santiago.
Mientras el mercado lucha por mantener viva su tradición y el espíritu de unidad, los locatarios guardan la esperanza de que algún día las autoridades vuelvan su mirada a este centro económico clave del municipio.
A lo largo de 53 años, ambos locatarios han sido testigos de grandes historias y acontecimientos que marcaron a este centro de abasto en el ámbito social y económico como fue la pandemia del Covid-19 en 2020, inundaciones de pasillos principales, las promesas fallidas de un estacionamiento, la ampliación y rehabilitación total de todo el mercado. A pesar de ello, se ha convertido en un espacio significativo para sus corazones.
Mala organización afecta al mercado
Dicho espació recibe a diario a miles de usuarios que compran los productos y otros tantos que se identifican alrededor de las calles del mercado, las cuales se han convertido en el sitio ideal del comercio establecido y ambulante; sin embargo, ante la intención de obtener un espacio en las inmediaciones o al interior del centro de abasto, se ha perdido el respeto a los accesos y banquetas que conducen al lugar, dificultando el libre tránsito.
Crecimiento poblacional originó el nuevo mercado
En el año de 1942, cuando Salamanca contaba apenas con 15 mil habitantes, se volvió prioritario un mercado municipal para el comercio de artículos de primera necesidad. Este primer mercado municipal quedó ubicado en donde hoy es la plaza cívica Miguel Hidalgo, enfrente de San Agustín, entre la calle Juárez, Zaragoza y Revolución.
Sin embargo, el crecimiento exponencial de Salamanca evidenció la necesidad de la edificación de un nuevo mercado, lo que ocasionó que el centro de abastos ubicado en lo que hoy se conoce como la plaza cívica Miguel Hidalgo fuera demolido, dando paso a un nuevo recinto que comenzó a operar el 15 de noviembre del 1972 y cuya ubicación quedó asentada en las calles Avenida del Trabajo, Abasolo, Cinco de Mayo y Sánchez Torrado. El edificio fue inaugurado por el presidente municipal José Francisco Aguinaco Alemán.
Para ese momento, el centro de abastos contaba con más de 100 locales con 50 puestos de verduras; 257 puestos semifijos y 52 locales, para este año la población aumentó de 10 a 30 mil habitantes, por lo que en 1982 se abrió un nuevo mercado en la colonia Guanajuato, el llamado Barahona.
Actualmente, el mercado más grande de Salamanca resguarda a 700 locatarios en sus diversos giros: alimentos, verduras, artesanías, ropa, accesorios, vestidos, electrónica, frutas, regalos y servicios básicos.