/ domingo 20 de septiembre de 2020

Desfile de los años 70's

El punto de reunión eran las escuelas

VALLE DE SANTIAGO.- Ahora que el desfile del 16 de Septiembre se ha cancelado debido a la contingencia del covid 19, se registra la primer vez que no se realiza este acto cívico, desde los primeros desfiles Sergio Ruiz Aguilar nos cuenta su vivencia sobre el desfile de los años 70’s.

“Recuerdo que participar en el desfile era un evento muy emocionante, sobre todo cuando desfilabas por primera vez, todo comenzaba con el rumor entre los niños de la escuela, de que en la dirección estaba colgada la muestra de lo que parecía ser el nuevo uniforme, esto hacia que la curiosidad nos hiciera pasar disimuladamente por el frente de la dirección para corroborar los dichos; los preparativos comenzaban cuando los vendedores de uniformes pasaban a tu salón de clase para tomarte las medidas para la compra del uniforme, o cuando nos sacaban a marchar por las calles a media mañana con la reiterada encomienda de tu maestro, alinéense y no pierdan el paso” comenta Sergio Ruiz Aguilera.

El llegar a la escuela como punto de reunión para salir rumbo a la Alameda e iniciar el desfile, era algo curiosamente extraño, pues en aquellos años en la escuela pública no se llevaba uniforme, salvo contados actos cívicos y en los dos desfiles anuales, el del 16 de Septiembre y el del 20 de Noviembre, y el ver todos iguales sin distingos, hacía tener aunque fuera momentáneamente un sentido de pertenencia escolar, ponderando el nombre de cada escuela.

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“Solo había una posición diferente en el desfile y la ocupaban 6 o 7 niños, siempre los más grandes y fuertes, esta función era la de cargar la bolsa con las naranjas y los limones para las niños víctimas del cansancio y la insolación, siempre quise ocupar esta distinguida posición pues caminabas libre a un costado del contingente, siempre al pendiente de quien se sintiera mal, te sentías casi paramédico, pero para mí desgracia nunca estuve en el segmento de los grandulones” expreso Sergio Ruiz Aguilera.


Ya en la Alameda mientras esperaban el turno de salida, los jóvenes se entretenían curioseando los uniformes que portaban otros niños, especulando a que escuela podrían pertenecer, hasta por fin iniciar la marcha por la calle Juárez, desfilando orgullosos representando las escuelas que participaban, recibiendo serpentinas y confeti, para finalmente y después de un par de horas de marcha, terminar el recorrido rompiendo filas generalmente a una cuadra del Jardín Principal por la calle E. Carranza.

VALLE DE SANTIAGO.- Ahora que el desfile del 16 de Septiembre se ha cancelado debido a la contingencia del covid 19, se registra la primer vez que no se realiza este acto cívico, desde los primeros desfiles Sergio Ruiz Aguilar nos cuenta su vivencia sobre el desfile de los años 70’s.

“Recuerdo que participar en el desfile era un evento muy emocionante, sobre todo cuando desfilabas por primera vez, todo comenzaba con el rumor entre los niños de la escuela, de que en la dirección estaba colgada la muestra de lo que parecía ser el nuevo uniforme, esto hacia que la curiosidad nos hiciera pasar disimuladamente por el frente de la dirección para corroborar los dichos; los preparativos comenzaban cuando los vendedores de uniformes pasaban a tu salón de clase para tomarte las medidas para la compra del uniforme, o cuando nos sacaban a marchar por las calles a media mañana con la reiterada encomienda de tu maestro, alinéense y no pierdan el paso” comenta Sergio Ruiz Aguilera.

El llegar a la escuela como punto de reunión para salir rumbo a la Alameda e iniciar el desfile, era algo curiosamente extraño, pues en aquellos años en la escuela pública no se llevaba uniforme, salvo contados actos cívicos y en los dos desfiles anuales, el del 16 de Septiembre y el del 20 de Noviembre, y el ver todos iguales sin distingos, hacía tener aunque fuera momentáneamente un sentido de pertenencia escolar, ponderando el nombre de cada escuela.

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“Solo había una posición diferente en el desfile y la ocupaban 6 o 7 niños, siempre los más grandes y fuertes, esta función era la de cargar la bolsa con las naranjas y los limones para las niños víctimas del cansancio y la insolación, siempre quise ocupar esta distinguida posición pues caminabas libre a un costado del contingente, siempre al pendiente de quien se sintiera mal, te sentías casi paramédico, pero para mí desgracia nunca estuve en el segmento de los grandulones” expreso Sergio Ruiz Aguilera.


Ya en la Alameda mientras esperaban el turno de salida, los jóvenes se entretenían curioseando los uniformes que portaban otros niños, especulando a que escuela podrían pertenecer, hasta por fin iniciar la marcha por la calle Juárez, desfilando orgullosos representando las escuelas que participaban, recibiendo serpentinas y confeti, para finalmente y después de un par de horas de marcha, terminar el recorrido rompiendo filas generalmente a una cuadra del Jardín Principal por la calle E. Carranza.

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