/ martes 2 de octubre de 2018

Así viví el 2 de octubre: Reyes Razo

"Vi muertos. Alguno expiró en mis brazos sin decirme su nombre. Vi mujeres con las piernas rotas..."

Don Mario Santoscoy -Jefe de Información de El Heraldo de México- era un hombre joven, enérgico e incansable. Mantenía su escritorio sin brizna de polvo. Sin hoja pendiente. Superficie para el fino -carísimo- encendedor "Dunhill" y la cajetilla de cigarrillos importados. De "carita". Llegó al cargo cuando Don Gabriel Alarcón Chargoy -Don Ga, propietario de la "Cadena de Oro" empresa dueña de casi todos los cines de la República Mexicana, dueño del diario, compadre del Presidente Gustavo Díaz Ordaz-echó de esa responsabilidad a un señor apellidado Torres. Apodado "burro". Por que:

"Señor Torres -propuso el escritor Luis Spota , editor del Suplemento Cultural del diario- le sugiero ordene una entrevista con Octavio Paz".

"Con mucho gusto -concedió el Burro Torres Y al ver que el apresurado novelista se alejaba lo contuvo con:

"Un favor, señor Spota. ¿Quién es Octavio Paz?

Don Gabriel Alarcón , socio de Don Manuel Espinosa Yglesias ordenó a su pariente llamado HerolesVelázquez:

"Líquida a este tipo.

Lo hizo desde su butaca. Idéntica a la de sus muchos cines desde la que vigilaba la confección del cotidiano. Repasaba las columnas políticas. "Picaporte", de Spota. "Café Político", de Pepe Falconi. U Olga Moreno. La "Ensalada Popoff" de Agustín Barrios Gómez. Don Gabriel Alarcón supo elegir. Contrató a Mario Santoscoy. Lo designó Jefe de Información.

"Aquí quiero a los reporteros a las 9 de la mañana. Quiero que aquí lean los periódicos. Quiero que vengan aquí por su orden. Y quiero que escriban bien. Y temprano.

Tranvías de 35 centavos. Pasaban frente al Heraldo de México. Autobuses "chatos" de a 40 centavos. Desde Ciudad Universitaria. Hasta. Trolebuses. Camiones de la ruta Circuito-Hospitales. Vía San Juan. Para ir a Relaciones Exteriores. A Relaciones Exteriores.

"Reyes Razo. A las cinco de la tarde en Tlatelolco. Cubra el mitin. Y la marcha. Dicen los líderes que van al "Casco" de Santo Tomás. Escriba temprano".

Dí la noticia de la entrada del Ejército a Ciudad Universitaria. Describí la Marcha del Silencio. Narré lo visto. "¿No sigues los principios de la pirámide invertida?", me preguntó entre azorado e incrédulo Leopoldo Mendívil. "Pues no. Cuento lo que veo, Polo".

Y en las escaleras del "Chihuahua" encontré a Octavio Solís Trovamala. Güero, sonriente, fresco. Antiguo estudiante de la secundaria mixta-nocturna Gabino Barreda. "Perelló está enfermo; delicado. Sus piernas. Está protegido".

Desde el 3er. piso los líderes dijeron:

"Compañeros: No habrá marcha a Santo Tomás. No iremos al Politécnico. Sabemos que el Ejército está en la ruta. No vamos a cambiar balazos por mentadas de madre. Celebraremos el mitin. Y luego todos a sus casas..."

Teléfonos de 20 centavos. Cobres gruesos. Aparatos de alcancía. 787022. El Heraldo. "No habrá marcha, señor Santoscoy. Los muchachos dicen...

"Cúbralo como mitin, ReyesRazo.

Y a la vuelta, por el flanco de la Vocacional 7 entraron - a paso veloz, con las armas embrazadas- los soldados. Su presencia removió a la muchedumbre; la sobresalió.

"No corran. No se inquieten, compañeros. No corran...-sugerían los líderes.

Y los soldados avanzaban. Y sonaron tiros.

"Van a dar culatazos -pensé, primero. Y los tiros. Deben ser salvas, me dije. Cayó uno muy mal herido. Agonizó. Entre tiros llamé a Mario Santoscoy. Le informé.

"¡Cuídese mucho!, me dijo. Mandó a otros reporteros. A Joaquín López-Dóriga. A Legorreta. A....

"Me voy a morir -me dije Adiós a mis padres. Mi mujer, mis hijos. Ya me voy a morir.".

Y pude reportear. Vi muertos. Alguno expiró en mis brazos sin decirme su nombre. Vi mujeres con las piernas rotas. Mi fino traje quedó por puertas. Mis zapatos "Chester" Canadá al hule. Y los soldados que rompían las luces en los andadores de Tlatelolco. Con sus culatas. Llenos de miedo. Militares me detuvieron. No tenía, no tuve identificación.

Eduardo Quiroz -Jefe de fotografía del Heraldo...enfrentó a los que me zarandeaban. "Es mi reportero", les dijo. Mascullaron maldiciones. Me empujaron. Me echaron. Por Reforma Norte, por las "Suites Tecpan" -propiedad de Don Gabriel Alarcón- salí a otra parte de la noches.

Llegué al periódico. Los guardaespaldas de Óscar Alarcón me rodearon. "El joven Óscar quiere que venga a su oficina. Rápido. No se detenga"- los guaruras de los Alarcón casi me empujaban. Entré a la oficina. En semi penumbra. Tantée mis bolsillos. Por un cigarro. "Al señor Óscar no le gusta que se fume en su oficina", me contuvieron sus gandules. Y en eso apareció el joven Óscar Alarcón Velázquez:

"Que los maten a todos. Que los liquiden. Bola de comunistas. Rojos infelices buenos para nada. Que los maten a todos. Oígame bien -usted no dice nada. Ni escribe nada. Ni habla con los obreros del periódico. Que los maten a todos...

Quien iba a imaginar que cincuenta años después el 2 de Octubre sea día de fiesta.

Así lo viví. Así lo cuento

FN..FIN...FIN...

Don Mario Santoscoy -Jefe de Información de El Heraldo de México- era un hombre joven, enérgico e incansable. Mantenía su escritorio sin brizna de polvo. Sin hoja pendiente. Superficie para el fino -carísimo- encendedor "Dunhill" y la cajetilla de cigarrillos importados. De "carita". Llegó al cargo cuando Don Gabriel Alarcón Chargoy -Don Ga, propietario de la "Cadena de Oro" empresa dueña de casi todos los cines de la República Mexicana, dueño del diario, compadre del Presidente Gustavo Díaz Ordaz-echó de esa responsabilidad a un señor apellidado Torres. Apodado "burro". Por que:

"Señor Torres -propuso el escritor Luis Spota , editor del Suplemento Cultural del diario- le sugiero ordene una entrevista con Octavio Paz".

"Con mucho gusto -concedió el Burro Torres Y al ver que el apresurado novelista se alejaba lo contuvo con:

"Un favor, señor Spota. ¿Quién es Octavio Paz?

Don Gabriel Alarcón , socio de Don Manuel Espinosa Yglesias ordenó a su pariente llamado HerolesVelázquez:

"Líquida a este tipo.

Lo hizo desde su butaca. Idéntica a la de sus muchos cines desde la que vigilaba la confección del cotidiano. Repasaba las columnas políticas. "Picaporte", de Spota. "Café Político", de Pepe Falconi. U Olga Moreno. La "Ensalada Popoff" de Agustín Barrios Gómez. Don Gabriel Alarcón supo elegir. Contrató a Mario Santoscoy. Lo designó Jefe de Información.

"Aquí quiero a los reporteros a las 9 de la mañana. Quiero que aquí lean los periódicos. Quiero que vengan aquí por su orden. Y quiero que escriban bien. Y temprano.

Tranvías de 35 centavos. Pasaban frente al Heraldo de México. Autobuses "chatos" de a 40 centavos. Desde Ciudad Universitaria. Hasta. Trolebuses. Camiones de la ruta Circuito-Hospitales. Vía San Juan. Para ir a Relaciones Exteriores. A Relaciones Exteriores.

"Reyes Razo. A las cinco de la tarde en Tlatelolco. Cubra el mitin. Y la marcha. Dicen los líderes que van al "Casco" de Santo Tomás. Escriba temprano".

Dí la noticia de la entrada del Ejército a Ciudad Universitaria. Describí la Marcha del Silencio. Narré lo visto. "¿No sigues los principios de la pirámide invertida?", me preguntó entre azorado e incrédulo Leopoldo Mendívil. "Pues no. Cuento lo que veo, Polo".

Y en las escaleras del "Chihuahua" encontré a Octavio Solís Trovamala. Güero, sonriente, fresco. Antiguo estudiante de la secundaria mixta-nocturna Gabino Barreda. "Perelló está enfermo; delicado. Sus piernas. Está protegido".

Desde el 3er. piso los líderes dijeron:

"Compañeros: No habrá marcha a Santo Tomás. No iremos al Politécnico. Sabemos que el Ejército está en la ruta. No vamos a cambiar balazos por mentadas de madre. Celebraremos el mitin. Y luego todos a sus casas..."

Teléfonos de 20 centavos. Cobres gruesos. Aparatos de alcancía. 787022. El Heraldo. "No habrá marcha, señor Santoscoy. Los muchachos dicen...

"Cúbralo como mitin, ReyesRazo.

Y a la vuelta, por el flanco de la Vocacional 7 entraron - a paso veloz, con las armas embrazadas- los soldados. Su presencia removió a la muchedumbre; la sobresalió.

"No corran. No se inquieten, compañeros. No corran...-sugerían los líderes.

Y los soldados avanzaban. Y sonaron tiros.

"Van a dar culatazos -pensé, primero. Y los tiros. Deben ser salvas, me dije. Cayó uno muy mal herido. Agonizó. Entre tiros llamé a Mario Santoscoy. Le informé.

"¡Cuídese mucho!, me dijo. Mandó a otros reporteros. A Joaquín López-Dóriga. A Legorreta. A....

"Me voy a morir -me dije Adiós a mis padres. Mi mujer, mis hijos. Ya me voy a morir.".

Y pude reportear. Vi muertos. Alguno expiró en mis brazos sin decirme su nombre. Vi mujeres con las piernas rotas. Mi fino traje quedó por puertas. Mis zapatos "Chester" Canadá al hule. Y los soldados que rompían las luces en los andadores de Tlatelolco. Con sus culatas. Llenos de miedo. Militares me detuvieron. No tenía, no tuve identificación.

Eduardo Quiroz -Jefe de fotografía del Heraldo...enfrentó a los que me zarandeaban. "Es mi reportero", les dijo. Mascullaron maldiciones. Me empujaron. Me echaron. Por Reforma Norte, por las "Suites Tecpan" -propiedad de Don Gabriel Alarcón- salí a otra parte de la noches.

Llegué al periódico. Los guardaespaldas de Óscar Alarcón me rodearon. "El joven Óscar quiere que venga a su oficina. Rápido. No se detenga"- los guaruras de los Alarcón casi me empujaban. Entré a la oficina. En semi penumbra. Tantée mis bolsillos. Por un cigarro. "Al señor Óscar no le gusta que se fume en su oficina", me contuvieron sus gandules. Y en eso apareció el joven Óscar Alarcón Velázquez:

"Que los maten a todos. Que los liquiden. Bola de comunistas. Rojos infelices buenos para nada. Que los maten a todos. Oígame bien -usted no dice nada. Ni escribe nada. Ni habla con los obreros del periódico. Que los maten a todos...

Quien iba a imaginar que cincuenta años después el 2 de Octubre sea día de fiesta.

Así lo viví. Así lo cuento

FN..FIN...FIN...

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