/ viernes 2 de noviembre de 2018

Papa Francisco se une a celebración de fieles difuntos

En silencio recorrió las tumbas en el llamado “jardín de los ángeles”, donde están las tumbas de niños no nacidos o fallecidos en los primeros años de vida

Roma.- Como todos los años, el Sumo Pontífice conmemora a los fieles difuntos con una misa en un cementerio de Roma. Esta vez, el Papa Francisco repitió la tradición en el panteón Laurentino en la periferia de la capital, subrayando que este “es el día para hacer memoria, para recordar a quienes han caminado antes que nosotros, que nos han acompañado, que nos han dado la vida...”.

En su homilía, Bergoglio reflexionó sobre las tres dimensiones de la vida: pasado, futuro y presente. Sobre la primera, dijo que “la memoria es lo que hace fuerte a un pueblo, porque se siente enraizado en un camino, en una historia y en un pueblo”.

La memoria -precisó- nos hace comprender que no estamos solos, que somos un pueblo que tiene historia, que tiene pasado, que tiene vida. “Memoria de muchos que han compartido con nosotros un camino, ¡que están aquí!”.

La segunda dimensión, el futuro, está estrechamente vinculada a la esperanza, afirmó Francisco, puntualizando que para los cristianos éste “también es un día de esperanza”.

“La esperanza de encontrarnos, de llegar a donde está el amor que nos ha creado, donde está el amor que nos espera. El amor del padre”.

El pontífice argentino llego así a la tercera dimensión, el presente, es decir, “el camino que debemos hacer, que hacemos y cómo recorrer el camino sin equivocarnos -se preguntó-. ¿Dónde están las luces que me ayudarán a no equivocarme de camino? ¿Cuál es el navegador que el mismo Dios nos ha dado para no equivocarnos de camino? Son las bienaventuranzas que en el Evangelio Jesús nos ha enseñado”.

Francisco concluyó su homilía pidiendo a Dios “la gracia de no perder jamás la memoria, de no esconder nunca la memoria, de persona, de familia, de pueblo, y que nos dé el don de la esperanza”.

Un momento emotivo se registró cuando Bergoglio rezó solo ante las tumbas de niños no nacidos o fallecidos en los primeros años de vida, donde también están los fetos de niños producidos por abortos espontáneos o procurados.

En silencio recorrió las tumbas en el llamado “jardín de los ángeles” del mismo cementerio Laurtentino, dejando una ofrenda floral tras rezar durante algunos minutos.

Roma.- Como todos los años, el Sumo Pontífice conmemora a los fieles difuntos con una misa en un cementerio de Roma. Esta vez, el Papa Francisco repitió la tradición en el panteón Laurentino en la periferia de la capital, subrayando que este “es el día para hacer memoria, para recordar a quienes han caminado antes que nosotros, que nos han acompañado, que nos han dado la vida...”.

En su homilía, Bergoglio reflexionó sobre las tres dimensiones de la vida: pasado, futuro y presente. Sobre la primera, dijo que “la memoria es lo que hace fuerte a un pueblo, porque se siente enraizado en un camino, en una historia y en un pueblo”.

La memoria -precisó- nos hace comprender que no estamos solos, que somos un pueblo que tiene historia, que tiene pasado, que tiene vida. “Memoria de muchos que han compartido con nosotros un camino, ¡que están aquí!”.

La segunda dimensión, el futuro, está estrechamente vinculada a la esperanza, afirmó Francisco, puntualizando que para los cristianos éste “también es un día de esperanza”.

“La esperanza de encontrarnos, de llegar a donde está el amor que nos ha creado, donde está el amor que nos espera. El amor del padre”.

El pontífice argentino llego así a la tercera dimensión, el presente, es decir, “el camino que debemos hacer, que hacemos y cómo recorrer el camino sin equivocarnos -se preguntó-. ¿Dónde están las luces que me ayudarán a no equivocarme de camino? ¿Cuál es el navegador que el mismo Dios nos ha dado para no equivocarnos de camino? Son las bienaventuranzas que en el Evangelio Jesús nos ha enseñado”.

Francisco concluyó su homilía pidiendo a Dios “la gracia de no perder jamás la memoria, de no esconder nunca la memoria, de persona, de familia, de pueblo, y que nos dé el don de la esperanza”.

Un momento emotivo se registró cuando Bergoglio rezó solo ante las tumbas de niños no nacidos o fallecidos en los primeros años de vida, donde también están los fetos de niños producidos por abortos espontáneos o procurados.

En silencio recorrió las tumbas en el llamado “jardín de los ángeles” del mismo cementerio Laurtentino, dejando una ofrenda floral tras rezar durante algunos minutos.

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