MINSK. Más de 150 manifestantes fueron detenidos por la policía durante las protestas contra la investidura del presidente bielorruso Alexander Lukashenko para un sexto mandato, en una ceremonia mantenida en secreto durante la que el mandatario dijo que la "revolución" que querían sus detractores fracasó.
Países europeos denunciaron la obstinación de Lukashenko. El gobierno de Alemania declaró "no reconocerlo" por falta de "legitimidad democrática".
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El portavoz del gobierno alemán, Steffen Seibert, declaró en rueda de prensa que "no se cumplieron las exigencias mínimas para unas elecciones democráticas".
Estados Unidos "no puede considerar a Alexander Lukashenko como el presidente legítimo" de Bielorrusia, afirmó en un comunicado el Departamento de Estado.
Por su parte, el ministro de Relaciones Exteriores lituano se burló de la ceremonia. "¡Qué farsa! Elecciones fraudulentas, investidura fraudulenta", tuiteó.
Avanzada la manifestación, la policía antidisturbios empleó cañones de agua contra la multitud. Los agentes, cubiertos con pasamontañas, detuvieron a decenas de participantes y se los llevaron a furgones.
La ONG de defensa de derechos humanos Viasna documentó al menos 153 arrestos, la mayoría en la capital pero también en Mogilev, Gomel y otras ciudades.
Durante la mañana, medios de comunicación independientes y plataformas de la oposición aludieron a una posible ceremonia secreta, ya que vieron el cortejo del presidente recorrer la ciudad a gran velocidad, además de un importante despliegue policial alrededor de la sede presidencial.
En un hecho excepcional, la ceremonia de investidura sólo fue anunciada por la agencia oficial Belta, y por la presidencia una vez finalizada.
"Esta pretendida investidura es evidentemente una farsa", denunció Svetlana Tijanóvskaya, principal rival de Lukashenko, en un comunicado.