/ martes 20 de agosto de 2024

Depósito de residuos Cytrar, entre el hermetismo y el descuido de autoridades de Hermosillo

A más 30 años de su clausura, el depósito de residuos tóxicos Cytrar ahora se encuentra a sólo 500 metros de la población más cercana, debido a cambios en el programa de desarrollo urbano

La cantidad de residuos peligrosos que almacena el Cytrar al sur de Hermosillo, entre los que se encuentran plomo y arsénico, dispara las alertas de los especialistas al saber que la zona se encuentra visiblemente descuidada y sin monitoreos que ayuden a prevenir una potencial contaminación ambiental.

Solo 500 metros separan al depósito de contaminantes del sector poblacional más cercano tras una reducción del 90% de la zona de salvaguarda estipulada en el Programa Municipal de Desarrollo Urbano de Hermosillo 2023.

Su condición actual pone sobre la mesa si el habitar en las cercanías es seguro para las más de 19 mil personas que cuentan con un hogar en esa zona de la capital sonorense.

Al llegar a la entrada del confinamiento, sobre la carretera internacional 15, el lugar se encuentra desolado. Lo que antes solía ser una caseta de seguridad, ahora solo es una estructura en pie custodiando el acceso, donde una puerta de alambre apenas impide el paso.

En el sitio se observan dos placas de metal que fungieron como letreros, de los cuales el sol ya ha borrado su texto; no existe ningún señalamiento de advertencia, nada que indique que es indebido adentrarse en el camino de terracería de poco más de dos kilómetros que lleva al área de aislamiento de residuos peligrosos. El lugar luce abandonado.

Las imágenes captadas por el dron que sobrevoló el equipo de El Sol de Hermosillo muestran que el punto donde se encuentran almacenados los contaminantes no ha sido visitado en un largo periodo de tiempo, pues la zona luce descuidada y la vegetación crece sobre las celdas del confinamiento, dos enormes placas que se extienden sobre 240 mil metros cuadrados de terreno.

Incluso, sobre ellas se pueden observar árboles, revelando que probablemente el concreto que recubre y resguarda los tóxicos ya está fracturado por la flora endémica, que tiende a arrojar sus raíces a una profundidad considerable en busca de agua.

Sobre las placas de concreto, las cuales a simple vista no están numeradas ni cuentan con algún señalamiento que las identifique o indique lo que contienen, apenas se perciben unos tinacos y la estructura de las chimeneas que funcionan como respiradores del sitio.

En el área también permanecen dos estructuras abandonadas que alguna vez pudieron funcionar como oficinas, bodegas, laboratorios o simplemente casetas de vigilancia.

Desde una altura considerable, el dron logra captar que la antigua laguna de oxidación contiene agua, probablemente recolectada por las lluvias de la temporada que, aunque han sido pocas, ayudaron a que la vegetación del sitio se mantenga en pie, mientras que a un costado se encuentra un gran cuerpo de agua de temporal, el cual forma una laguna a las faldas del cerro contiguo al sitio.

En el interior de la zona también se puede observar ganado proveniente de ranchos de los alrededores, transitando, posiblemente alimentándose de la plantas del lugar o buscando los cuerpos de agua, comprobando así que los cercos que delimitan el sitio tampoco han contado con el mantenimiento y las reparaciones debidas, dándole acceso a los bovinos.

El hermetismo de las autoridades

Hace 26 años se cerró el Cytrar, y los estudios para su remediación ambiental iniciaron en 2004 por parte de la empresa canadiense Proeco, como parte del cumplimiento de una promesa de campaña del entonces gobernador de Sonora, Eduardo Bours Castelo.


De acuerdo con el Informe Histórico – Técnico de la Gestión del Caso Exitoso del Ex Confinamiento de Residuos Peligrosos de Cytrar en Hermosillo, Sonora, publicado en 2011 por la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), para resarcir afectaciones se buscó la implementación de técnicas de ingeniería para el recubrimiento superior de las celdas.

También para la cubierta de la laguna de evaporación del confinamiento, con la finalidad de evitar la dispersión de contaminantes que pudieran provocar daños a la salud de la población y para brindar protección ambiental.

El informe señala que todo ello se realizó en base a la determinación del estudio de riesgo ambiental elaborado por la Universidad de Sonora (Unison), con el cual se generó el proyecto del cierre técnico de las celdas uno y dos del confinamiento.

En el cierre del Cytrar se llevaron a cabo distintas actividades como bombeo, tratamiento de los lixiviados de los pozos de monitoreo, trazo y referenciación con equipo de topografía, empuje de bordos, así como la implementación de barrera para drenaje de gas, barrera de tepetate para impermeabilizar, barrera de geotextil y una barrera de geomembrana de polietileno de alta densidad, entre otros.

Los datos del informe también apuntan que en el lugar se habilitaron Pozos de monitoreo y extracción de lixiviados, sin embargo, El Sol de Hermosillo, a través de la Plataforma Nacional de Transparencia (PNT) solicitó a la Semarnat los resultados del análisis de dichos pozos y del monitoreo de las celdas, realizados de manera anual de acuerdo con la NOM-173-SEMARNAT-2023, a lo que respondió que se llevó a cabo una búsqueda exhaustiva de dicha información, realizándose en todos los archivos físicos y electrónicos de su Dirección General, sin tener un resultado positivo.

“La presente respuesta no implica jurídica o materialmente, que la información sea inexistente”, se lee en la respuesta.

Además se requirió a través de la PNT los estudios de verificación del sitio de disposición final de residuos peligrosos, de acuerdo con la NOM-173-SEMARNAT-2023 en los numerales 6.2, 6.2.1, 6.2.2 y 6.3, y que estos incluyeran información sobre verificación de integridad de las celdas de confinamiento; verificaciones correspondientes a cada 30 días durante tres años, y los resultados del monitoreo ambiental realizado semestralmente, en el periodo 2004 al 2024.

Aunado a ello, se pidió el reporte del cierre de confinamiento realizado dentro del periodo de 1998 a 2012, que indique las condiciones de todas las celdas del Cytrar, de acuerdo con la NOM-173-SEMARNAT-2023 en el numeral 6.3 y la cual establece los criterios de diseño, construcción, operación y cierre de un confinamiento controlado para residuos peligrosos junto a la información detallada sobre materiales y residuos y en qué cantidades se encuentran almacenados en el sitio.

La respuesta de Semarnat a estas solicitudes fue similar, explicando que no se encontró la información solicitada.

Una vez obtenidas las respuestas, El Sol de Hermosillo solicitó entrevista con Semarnat para hablar sobre su postura ante la situación actual del Cytrar, sin embargo, hasta el cierre de esta investigación no se ha podido concretar el diálogo con la dependencia.

Monitoreos del confinamiento son necesarios

Héctor Duarte Tagles, profesor investigador de la Universidad de Sonora (Unison), adscrito al Departamento de Medicina y Ciencias de la Salud, resaltó que todo material que se confinó dentro del Cytrar tiene cierto grado de peligrosidad.

Esto de acuerdo con el criterio corrosivo, reactivo, explosivo, tóxico ambiental, inflamable y biológico-infeccioso (Cretib), el cual hace referencia a las características que señalan que un residuo sea considerado de riesgo.

El especialista en salud ambiental, que en 1998 fungía como subdirector de Ecología para el Ayuntamiento de Hermosillo, explicó que técnicamente no había forma de acusar que no se estuviera manejando el confinamiento de forma apropiada, ya que las celdas estaban conformadas de manera técnica como lo establecía la norma nacional e internacional.

“Lo que constituía un tema de preocupación para todos, incluyendo a quienes estábamos convencidos de que el Cytrar operaba bien es que a ese lugar se traían los residuos peligrosos de todo México, por lo que el tener estos materiales en el patio trasero era de gran preocupación”, recordó.

El confinamiento estuvo abandonado por algunos años, hasta que fue resguardado por autoridades municipales.

“Se asignaba personal de la policía que mantuviera vigilancia, pero el lugar permanecía solo, lo cual resultaba peligroso, al no encontrarse nadie pendiente de los residuos”, señaló.

El compromiso de la autoridad, de acuerdo con la misma normatividad oficial mexicana, establece que debe darse un monitoreo permanente que garantice que no haya filtraciones o generación de lixiviados con potencial de infiltrarse al subsuelo, riesgo que está minimizado desde la selección del sitio, puntualizó.

Sin embargo, desde hace más de 10 años no se ha sabido que se siga monitoreando o que se hayan realizado verificaciones de lixiviados, infiltraciones de líquidos ni emisión de gases.

El especialista recalcó que lo más adecuado para la situación del Cytrar es llevar a cabo los monitoreos, ya que si el cierre técnico se hizo de forma adecuada (en 1998) el riesgo de que tenga consecuencias es mínimo, pese a que la presencia de vegetación sobre las celdas del Cytrar demuestra que no ha habido un seguimiento ni mantenimiento en el sitio, lo cual es obligación de las autoridades.

“El Cytrar no es una instalación que esté operando, aun así, los residuos peligrosos se encuentran en ese lugar, por lo que el ayuntamiento debió cuidar y tener la precaución y obligación de respetar la Ley”, finalizó.

Publicado originalmente en El Sol de Hermosillo

La cantidad de residuos peligrosos que almacena el Cytrar al sur de Hermosillo, entre los que se encuentran plomo y arsénico, dispara las alertas de los especialistas al saber que la zona se encuentra visiblemente descuidada y sin monitoreos que ayuden a prevenir una potencial contaminación ambiental.

Solo 500 metros separan al depósito de contaminantes del sector poblacional más cercano tras una reducción del 90% de la zona de salvaguarda estipulada en el Programa Municipal de Desarrollo Urbano de Hermosillo 2023.

Su condición actual pone sobre la mesa si el habitar en las cercanías es seguro para las más de 19 mil personas que cuentan con un hogar en esa zona de la capital sonorense.

Al llegar a la entrada del confinamiento, sobre la carretera internacional 15, el lugar se encuentra desolado. Lo que antes solía ser una caseta de seguridad, ahora solo es una estructura en pie custodiando el acceso, donde una puerta de alambre apenas impide el paso.

En el sitio se observan dos placas de metal que fungieron como letreros, de los cuales el sol ya ha borrado su texto; no existe ningún señalamiento de advertencia, nada que indique que es indebido adentrarse en el camino de terracería de poco más de dos kilómetros que lleva al área de aislamiento de residuos peligrosos. El lugar luce abandonado.

Las imágenes captadas por el dron que sobrevoló el equipo de El Sol de Hermosillo muestran que el punto donde se encuentran almacenados los contaminantes no ha sido visitado en un largo periodo de tiempo, pues la zona luce descuidada y la vegetación crece sobre las celdas del confinamiento, dos enormes placas que se extienden sobre 240 mil metros cuadrados de terreno.

Incluso, sobre ellas se pueden observar árboles, revelando que probablemente el concreto que recubre y resguarda los tóxicos ya está fracturado por la flora endémica, que tiende a arrojar sus raíces a una profundidad considerable en busca de agua.

Sobre las placas de concreto, las cuales a simple vista no están numeradas ni cuentan con algún señalamiento que las identifique o indique lo que contienen, apenas se perciben unos tinacos y la estructura de las chimeneas que funcionan como respiradores del sitio.

En el área también permanecen dos estructuras abandonadas que alguna vez pudieron funcionar como oficinas, bodegas, laboratorios o simplemente casetas de vigilancia.

Desde una altura considerable, el dron logra captar que la antigua laguna de oxidación contiene agua, probablemente recolectada por las lluvias de la temporada que, aunque han sido pocas, ayudaron a que la vegetación del sitio se mantenga en pie, mientras que a un costado se encuentra un gran cuerpo de agua de temporal, el cual forma una laguna a las faldas del cerro contiguo al sitio.

En el interior de la zona también se puede observar ganado proveniente de ranchos de los alrededores, transitando, posiblemente alimentándose de la plantas del lugar o buscando los cuerpos de agua, comprobando así que los cercos que delimitan el sitio tampoco han contado con el mantenimiento y las reparaciones debidas, dándole acceso a los bovinos.

El hermetismo de las autoridades

Hace 26 años se cerró el Cytrar, y los estudios para su remediación ambiental iniciaron en 2004 por parte de la empresa canadiense Proeco, como parte del cumplimiento de una promesa de campaña del entonces gobernador de Sonora, Eduardo Bours Castelo.


De acuerdo con el Informe Histórico – Técnico de la Gestión del Caso Exitoso del Ex Confinamiento de Residuos Peligrosos de Cytrar en Hermosillo, Sonora, publicado en 2011 por la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), para resarcir afectaciones se buscó la implementación de técnicas de ingeniería para el recubrimiento superior de las celdas.

También para la cubierta de la laguna de evaporación del confinamiento, con la finalidad de evitar la dispersión de contaminantes que pudieran provocar daños a la salud de la población y para brindar protección ambiental.

El informe señala que todo ello se realizó en base a la determinación del estudio de riesgo ambiental elaborado por la Universidad de Sonora (Unison), con el cual se generó el proyecto del cierre técnico de las celdas uno y dos del confinamiento.

En el cierre del Cytrar se llevaron a cabo distintas actividades como bombeo, tratamiento de los lixiviados de los pozos de monitoreo, trazo y referenciación con equipo de topografía, empuje de bordos, así como la implementación de barrera para drenaje de gas, barrera de tepetate para impermeabilizar, barrera de geotextil y una barrera de geomembrana de polietileno de alta densidad, entre otros.

Los datos del informe también apuntan que en el lugar se habilitaron Pozos de monitoreo y extracción de lixiviados, sin embargo, El Sol de Hermosillo, a través de la Plataforma Nacional de Transparencia (PNT) solicitó a la Semarnat los resultados del análisis de dichos pozos y del monitoreo de las celdas, realizados de manera anual de acuerdo con la NOM-173-SEMARNAT-2023, a lo que respondió que se llevó a cabo una búsqueda exhaustiva de dicha información, realizándose en todos los archivos físicos y electrónicos de su Dirección General, sin tener un resultado positivo.

“La presente respuesta no implica jurídica o materialmente, que la información sea inexistente”, se lee en la respuesta.

Además se requirió a través de la PNT los estudios de verificación del sitio de disposición final de residuos peligrosos, de acuerdo con la NOM-173-SEMARNAT-2023 en los numerales 6.2, 6.2.1, 6.2.2 y 6.3, y que estos incluyeran información sobre verificación de integridad de las celdas de confinamiento; verificaciones correspondientes a cada 30 días durante tres años, y los resultados del monitoreo ambiental realizado semestralmente, en el periodo 2004 al 2024.

Aunado a ello, se pidió el reporte del cierre de confinamiento realizado dentro del periodo de 1998 a 2012, que indique las condiciones de todas las celdas del Cytrar, de acuerdo con la NOM-173-SEMARNAT-2023 en el numeral 6.3 y la cual establece los criterios de diseño, construcción, operación y cierre de un confinamiento controlado para residuos peligrosos junto a la información detallada sobre materiales y residuos y en qué cantidades se encuentran almacenados en el sitio.

La respuesta de Semarnat a estas solicitudes fue similar, explicando que no se encontró la información solicitada.

Una vez obtenidas las respuestas, El Sol de Hermosillo solicitó entrevista con Semarnat para hablar sobre su postura ante la situación actual del Cytrar, sin embargo, hasta el cierre de esta investigación no se ha podido concretar el diálogo con la dependencia.

Monitoreos del confinamiento son necesarios

Héctor Duarte Tagles, profesor investigador de la Universidad de Sonora (Unison), adscrito al Departamento de Medicina y Ciencias de la Salud, resaltó que todo material que se confinó dentro del Cytrar tiene cierto grado de peligrosidad.

Esto de acuerdo con el criterio corrosivo, reactivo, explosivo, tóxico ambiental, inflamable y biológico-infeccioso (Cretib), el cual hace referencia a las características que señalan que un residuo sea considerado de riesgo.

El especialista en salud ambiental, que en 1998 fungía como subdirector de Ecología para el Ayuntamiento de Hermosillo, explicó que técnicamente no había forma de acusar que no se estuviera manejando el confinamiento de forma apropiada, ya que las celdas estaban conformadas de manera técnica como lo establecía la norma nacional e internacional.

“Lo que constituía un tema de preocupación para todos, incluyendo a quienes estábamos convencidos de que el Cytrar operaba bien es que a ese lugar se traían los residuos peligrosos de todo México, por lo que el tener estos materiales en el patio trasero era de gran preocupación”, recordó.

El confinamiento estuvo abandonado por algunos años, hasta que fue resguardado por autoridades municipales.

“Se asignaba personal de la policía que mantuviera vigilancia, pero el lugar permanecía solo, lo cual resultaba peligroso, al no encontrarse nadie pendiente de los residuos”, señaló.

El compromiso de la autoridad, de acuerdo con la misma normatividad oficial mexicana, establece que debe darse un monitoreo permanente que garantice que no haya filtraciones o generación de lixiviados con potencial de infiltrarse al subsuelo, riesgo que está minimizado desde la selección del sitio, puntualizó.

Sin embargo, desde hace más de 10 años no se ha sabido que se siga monitoreando o que se hayan realizado verificaciones de lixiviados, infiltraciones de líquidos ni emisión de gases.

El especialista recalcó que lo más adecuado para la situación del Cytrar es llevar a cabo los monitoreos, ya que si el cierre técnico se hizo de forma adecuada (en 1998) el riesgo de que tenga consecuencias es mínimo, pese a que la presencia de vegetación sobre las celdas del Cytrar demuestra que no ha habido un seguimiento ni mantenimiento en el sitio, lo cual es obligación de las autoridades.

“El Cytrar no es una instalación que esté operando, aun así, los residuos peligrosos se encuentran en ese lugar, por lo que el ayuntamiento debió cuidar y tener la precaución y obligación de respetar la Ley”, finalizó.

Publicado originalmente en El Sol de Hermosillo

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